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1 Samuel 26:16 - Biblia Nueva Traducción Viviente

16 ¡Eso no está nada bien! Juro por el Señor que tú y tus hombres merecen morir, ¡porque no protegiste a tu amo, el ungido del Señor! ¡Mira a tu alrededor! ¿Dónde están la lanza del rey y la jarra de agua que estaban junto a su cabeza?

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Biblia Reina Valera 1960

16 Esto que has hecho no está bien. Vive Jehová, que sois dignos de muerte, porque no habéis guardado a vuestro señor, al ungido de Jehová. Mira pues, ahora, dónde está la lanza del rey, y la vasija de agua que estaba a su cabecera.

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Biblia Católica (Latinoamericana)

16 Has actuado muy mal; ustedes merecen la muerte por no haber protegido a su patrón, al que Yavé consagró. Mira dónde están la lanza y la cantimplora de agua que estaban al lado del rey'.

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La Biblia Textual 3a Edicion

16 No está bien lo que has hecho. ¡Vive YHVH, que sois dignos de muerte pues no habéis guardado a vuestro señor, al ungido de YHVH! ¡Mira ahora dónde está la lanza del rey, y la vasija de agua que estaba a su cabecera!

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Biblia Serafín de Ausejo 1975

16 No está bien lo que has hecho. Por vida de Yahveh, que vosotros sois reos de muerte, por no haber custodiado a vuestro señor, el ungido de Yahveh. Ahora mira dónde está la lanza del rey y el jarro de agua que había junto a su cabecera'.

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Biblia Reina Valera Gómez (2023)

16 Esto que has hecho no está bien. Vive Jehová, que sois dignos de muerte, que no habéis guardado a vuestro señor, al ungido de Jehová. Mira ahora dónde está la lanza del rey, y la botija del agua que estaba a su cabecera.

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1 Samuel 26:16
11 ការដាក់ឲ្យឆ្លើយតបគ្នា  

Todos vivíamos así en el pasado, siguiendo los deseos de nuestras pasiones y la inclinación de nuestra naturaleza pecaminosa. Por nuestra propia naturaleza, éramos objeto del enojo de Dios igual que todos los demás.


para escuchar los gemidos de los prisioneros, para poner en libertad a los condenados a muerte.


Escucha el lamento de los prisioneros. Demuestra tu gran poder al salvar a los condenados a muerte.


Todos mis parientes y yo solo podíamos esperar la muerte de su parte, mi señor, ¡pero en cambio me honró al permitirme comer a su propia mesa! ¿Qué más puedo pedir?


Entonces David se puso furioso. —¡Tan cierto como que el Señor vive —juró—, cualquier hombre que haga semejante cosa merece la muerte!


¡El Señor me libre de que mate al que él ha ungido! Pero toma su lanza y la jarra de agua que están junto a su cabeza y ¡luego vámonos de aquí!


—¡No! —dijo David—. No lo mates. Pues ¿quién quedará inocente después de atacar al ungido del Señor?


Mientras ese hijo de Isaí esté vivo, jamás serás rey. ¡Ahora ve y búscalo para que lo mate!


y les dijo a sus hombres: «Que el Señor me libre de hacerle tal cosa a mi señor el rey. No debo atacar al ungido del Señor, porque el Señor mismo lo ha elegido».


—Bueno, Abner, eres un gran hombre, ¿verdad? —se burló David—. En todo Israel, ¿dónde hay uno que sea tan poderoso como tú? Entonces, ¿por qué no protegiste a tu amo, el rey, cuando alguien entró a matarlo?


Luego el rey dijo al sacerdote Abiatar: «Regresa a tu casa, en Anatot. Mereces morir, pero no voy a matarte ahora porque tú cargaste el arca del Señor Soberano para David, mi padre, y estuviste con él en todas sus dificultades».


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