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1 Samuel 24:16 - Biblia Nueva Traducción Viviente

16 Cuando David terminó de hablar, Saúl le respondió: —¿Realmente eres tú, David, hijo mío? Enseguida comenzó a llorar

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Biblia Reina Valera 1960

16 Y aconteció que cuando David acabó de decir estas palabras a Saúl, Saúl dijo: ¿No es esta la voz tuya, hijo mío David? Y alzó Saúl su voz y lloró,

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Biblia Católica (Latinoamericana)

16 Que Yavé juzgue entre tú y yo. Que él examine y asuma mi defensa, que me haga justicia y me libre de tu mano'.

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La Biblia Textual 3a Edicion

16 Y cuando David hubo terminado de decir esas palabras a Saúl, aconteció que Saúl dijo: ¿Es esta tu voz, hijo mío David? Entonces Saúl alzó su voz y lloró.

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Biblia Serafín de Ausejo 1975

16 Que Yahveh sea juez y sentencie entre tú y yo. Que él examine y defienda mi causa, y que me haga justicia librándome de tu mano'.

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Biblia Reina Valera Gómez (2023)

16 Y aconteció que, cuando David acabó de decir estas palabras a Saúl, Saúl dijo: ¿No es esta la voz tuya, hijo mío David? Y alzando Saúl su voz lloró.

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1 Samuel 24:16
13 ការដាក់ឲ្យឆ្លើយតបគ្នា  

Saúl reconoció la voz de David y gritó: —¿Eres tú, David, hijo mío? Y David contestó: —Sí, mi señor el rey.


Ninguno de ellos podía hacerle frente a la sabiduría y al Espíritu con que hablaba Esteban.


porque yo les daré las palabras apropiadas y tal sabiduría que ninguno de sus adversarios podrá responderles o refutarlos.


La respuesta apacible desvía el enojo, pero las palabras ásperas encienden los ánimos.


Las palabras sinceras pueden causar dolor, pero ¿de qué sirven sus críticas?


Entonces Esaú corrió a su encuentro y lo abrazó, puso los brazos alrededor de su cuello y lo besó. Y ambos lloraron.


El consejo oportuno es precioso, como manzanas de oro en canasta de plata.


Cuando llegó el séptimo día, Dios ya había terminado su obra de creación, y descansó de toda su labor.


Entonces Sarai le dijo a Abram: —¡Todo esto es culpa tuya! Puse a mi sierva en tus brazos pero, ahora que está embarazada, me trata con desprecio. El Señor mostrará quién está equivocado, ¡tú o yo!


Por lo tanto, yo no pequé contra ti. Más bien, tú me hiciste daño al atacarme. Que el Señor, quien es juez, decida hoy quién de nosotros tiene la razón: si Amón o Israel».


Ahora que el Señor valore mi vida, así como hoy yo he valorado la suya. Que él me rescate de todas mis dificultades.


Así que el Espíritu descendió sobre Amasai, jefe de los Treinta, y dijo: «¡Somos tuyos, David! Estamos de tu lado, hijo de Isaí. Que la paz y la prosperidad sean contigo, y el éxito con todos los que te brindan ayuda, pues tu Dios es el que te ayuda». Entonces David permitió que se unieran a él y los nombró oficiales de su ejército.


¡Defiende mi caso; ponte de mi lado! Protege mi vida como lo prometiste.


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