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1 Samuel 11:1 - Biblia Nueva Traducción Viviente

1 Como un mes después, el rey Nahas de Amón dirigió a su ejército contra la ciudad israelita llamada Jabes de Galaad. Pero los habitantes de Jabes pidieron paz. —Haz un tratado con nosotros y seremos tus siervos —rogaron.

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Biblia Reina Valera 1960

1 Después subió Nahas amonita, y acampó contra Jabes de Galaad. Y todos los de Jabes dijeron a Nahas: Haz alianza con nosotros, y te serviremos.

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Biblia Católica (Latinoamericana)

1 Poco más de un mes después, Najaz el amonita puso sitio a Yabés de Galaad. Toda la gente de Yabés dijo a Najaz: '¡Haz la paz con nosotros y te serviremos!'

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La Biblia Textual 3a Edicion

1 Y subió Nahas amonita, y acampó contra Jabes Galaad. Y todos los hombres de Jabes dijeron a Nahas: Pactad con nosotros y te serviremos.

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Biblia Serafín de Ausejo 1975

1 Cosa de un mes más tarde, subió el amonita Najás y acampó contra Yabés de Galaad. Los habitantes de Yabés dijeron a Najás: 'Pacta una alianza con nosotros y seremos tus súbditos'.

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Biblia Reina Valera Gómez (2023)

1 Y subió Nahas amonita, y acampó contra Jabes de Galaad. Y todos los de Jabes dijeron a Nahas: Haz alianza con nosotros, y te serviremos.

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1 Samuel 11:1
23 ការដាក់ឲ្យឆ្លើយតបគ្នា  

»Pero cuando tuvieron miedo de Nahas, rey de Amón, vinieron a mí y dijeron que querían un rey para que gobernara sobre ustedes, aun cuando el Señor su Dios ya era su rey.


Hizo un tratado con un miembro de la familia real y lo obligó a jurarle lealtad. También desterró a los líderes más influyentes de Israel,


Ben-adad le dijo: —Te devolveré las ciudades que mi padre le quitó a tu padre, y puedes establecer lugares de comercio en Damasco, como hizo mi padre en Samaria. Entonces Acab le dijo: —Te dejaré en libertad con estas condiciones. Así que hicieron un nuevo tratado y Ben-adad quedó en libertad.


Así que preguntaron: «¿Quién de entre las tribus de Israel no estuvo con nosotros en Mizpa cuando nos reunimos en asamblea en presencia del Señor?». Y descubrieron que ninguno de Jabes de Galaad había asistido a la asamblea.


—Podemos ver claramente que el Señor está contigo —respondieron ellos—. Por eso queremos hacer un tratado contigo bajo juramento.


¿Querrá trabajar para ti y ser tu esclavo toda la vida?


»No hagas tratados con ellos ni con sus dioses.


»”¡No escuchen a Ezequías! El rey de Asiria les ofrece estas condiciones: hagan las paces conmigo; abran las puertas y salgan. Entonces cada uno de ustedes podrá seguir comiendo de su propia vid y de su propia higuera, y bebiendo de su propio pozo.


Entonces el Señor ardió de enojo contra los israelitas y los entregó en manos de los filisteos y los amonitas,


»No se admitirá en la asamblea del Señor a ningún amonita ni moabita ni tampoco a sus descendientes hasta la décima generación.


Cuando Saúl aseguró su posición de rey sobre Israel, peleó contra sus enemigos en todas las direcciones: contra Moab, Amón, Edom, los reyes de Soba y los filisteos. Y dondequiera que iba, obtenía la victoria.


Después de un tiempo, murió Nahas, rey de los amonitas, y su hijo Hanún subió al trono.


David dijo: «Le mostraré lealtad a Hanún, así como su padre, Nahas, siempre me fue leal». Entonces David envió embajadores a Hanún para expresarle sus condolencias por la muerte de su padre. Pero cuando los embajadores de David llegaron a la tierra de Amón,


Cuando David llegó a Mahanaim, fue recibido calurosamente por Sobi, hijo de Nahas, que venía de Rabá de los amonitas; por Maquir, hijo de Amiel, de Lo-debar; y por Barzilai de Galaad, que era de Rogelim.


Cuando los judíos que se encontraban en Moab, Amón, Edom y en los otros países cercanos oyeron que el rey de Babilonia había dejado un puñado de gente en Judá y que Gedalías era el gobernador,


Le dijeron: «¿Sabías que Baalis, rey de Amón, ha enviado a Ismael, hijo de Netanías, para asesinarte?», pero Gedalías se negó a creerles.


Por ese entonces, los amonitas comenzaron a hacer guerra contra Israel.


les envió el siguiente mensaje: «Que el Señor los bendiga por haber sido tan leales a su señor Saúl y por haberle dado un entierro digno.


Cuando el pueblo de Jabes de Galaad se enteró de todo lo que los filisteos le habían hecho a Saúl,


todos los valientes guerreros llevaron los cuerpos de Saúl y sus hijos de regreso a Jabes. Luego enterraron sus huesos debajo del gran árbol en Jabes y ayunaron por siete días.


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