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1 Reyes 8:6 - Biblia Nueva Traducción Viviente

6 Luego los sacerdotes llevaron el arca del pacto del Señor al santuario interior del templo —el Lugar Santísimo— y la colocaron bajo las alas de los querubines.

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Biblia Reina Valera 1960

6 Y los sacerdotes metieron el arca del pacto de Jehová en su lugar, en el santuario de la casa, en el lugar santísimo, debajo de las alas de los querubines.

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Biblia Católica (Latinoamericana)

6 Los sacerdotes trasladaron el Arca de la Alianza de Yavé a su lugar, en la pieza más santa de la Casa, el Santo de los Santos, debajo de las alas de los Querubines.

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La Biblia Textual 3a Edicion

6 Entonces los sacerdotes introdujeron el Arca del Pacto de YHVH en su lugar, en el Santuario interior de la Casa, en el lugar santísimo, debajo de las alas de los querubines.

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Biblia Serafín de Ausejo 1975

6 Los sacerdotes pusieron el arca de la alianza de Yahveh en su lugar, en el debir del templo, en el lugar santísimo, bajo las alas de los querubines;

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Biblia Reina Valera Gómez (2023)

6 Y los sacerdotes metieron el arca del pacto de Jehová en su lugar, en el oráculo de la casa, en el lugar santísimo, debajo de las alas de los querubines.

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1 Reyes 8:6
21 ការដាក់ឲ្យឆ្លើយតបគ្នា  

Salomón los puso en el santuario interior del templo, uno al lado del otro, con las alas extendidas, de modo que las alas interiores se tocaban en el centro de la sala y las exteriores se extendían hasta las paredes;


Salomón preparó el santuario interior al fondo del templo, donde luego se colocaría el arca del pacto del Señor.


Así que trasladaron el arca y la colocaron en su lugar dentro de la carpa especial que David le había preparado. David sacrificó al Señor ofrendas quemadas y ofrendas de paz.


El sonido de las alas de los querubines sonaban como la voz del Dios Todopoderoso y podía oírse hasta en el atrio exterior.


«¡Oh Señor de los Ejércitos Celestiales, Dios de Israel, tú estás entronizado entre los poderosos querubines! Solo tú eres el Dios de todos los reinos de la tierra. Solo tú creaste los cielos y la tierra.


¡El Señor es rey! ¡Que tiemblen las naciones! Está sentado en su trono, entre los querubines. ¡Que se estremezca toda la tierra!


Te pido que escuches, oh Pastor de Israel, tú, que guías como a un rebaño a los descendientes de José. Oh Dios, entronizado por encima de los querubines, despliega tu radiante gloria


Luego los sacerdotes llevaron el arca del pacto del Señor al santuario interior del templo —el Lugar Santísimo— y la colocaron bajo las alas de los querubines.


Los sacerdotes y los levitas trasladaron el arca del Señor, junto con la carpa especial y todos los objetos sagrados que había en ella.


Y las llevó a Baala de Judá para traer de regreso el arca de Dios, que lleva el nombre del Señor de los Ejércitos Celestiales, quien está entronizado entre los querubines.


Así que enviaron hombres a Silo para que trajeran el arca del pacto del Señor de los Ejércitos Celestiales, quien está entronizado entre los querubines. Los hijos de Elí, Ofni y Finees, también estaban allí con el arca del pacto de Dios.


Los querubines estaban frente a frente, mirando hacia la tapa de la expiación, con las alas extendidas por encima de la tapa para protegerla.


Salomón separó un espacio para el santuario interior —el Lugar Santísimo— al fondo del templo. Tenía nueve metros de profundidad y estaba recubierto con cedro desde el piso hasta el techo.


Una vez que estaban presentes todos los ancianos de Israel, los sacerdotes levantaron el arca.


Los querubines extendían sus alas por encima del arca y formaban una especie de cubierta sobre el arca y las varas para transportarla.


Busquen al Señor su Dios con todo el corazón y con toda el alma. Edifiquen el santuario del Señor Dios, para que puedan traer el arca del pacto del Señor y los utensilios sagrados de Dios al templo edificado para honrar el nombre del Señor».


La sala interior del santuario medía diez metros con sesenta centímetros de largo y diez metros con sesenta centímetros de ancho. El hombre me dijo: «Este es el Lugar Santísimo».


ante Efraín, Benjamín y Manasés. Muéstranos tu gran poder. ¡Ven a rescatarnos!


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