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1 Reyes 8:26 - Biblia Nueva Traducción Viviente

26 Ahora, oh Dios de Israel, cumple esta promesa que le hiciste a tu siervo David, mi padre.

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Biblia Reina Valera 1960

26 Ahora, pues, oh Jehová Dios de Israel, cúmplase la palabra que dijiste a tu siervo David mi padre.

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Biblia Católica (Latinoamericana)

26 Ahora, Dios de Israel, que se cumpla esa promesa que hiciste a tu servidor David mi padre.

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La Biblia Textual 3a Edicion

26 Ahora pues, oh Dios de Israel, ruégote sea confirmada tu palabra que hablaste a tu siervo David mi padre.

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Biblia Serafín de Ausejo 1975

26 Ahora, pues, oh Dios de Israel, confírmense las promesas que hiciste a tu siervo David, mi padre.

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Biblia Reina Valera Gómez (2023)

26 Ahora pues, oh Dios de Israel, cúmplase tu palabra que dijiste a tu siervo David mi padre.

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1 Reyes 8:26
14 ការដាក់ឲ្យឆ្លើយតបគ្នា  

Esto les dije para poder cumplir mi promesa a sus antepasados de darles a ustedes una tierra donde fluyen la leche y la miel, la tierra que hoy habitan’”. Entonces respondí: —¡Amén, Señor! Que así sea.


Te daré tesoros escondidos en la oscuridad, riquezas secretas. Lo haré para que sepas que yo soy el Señor, Dios de Israel, el que te llama por tu nombre.


»Cuando los pobres y los necesitados busquen agua y no la encuentren, y tengan la lengua reseca por la sed, entonces yo, el Señor, les responderé; yo, el Dios de Israel, nunca los abandonaré.


Recuerda la promesa que me hiciste; es mi única esperanza.


Alaben al Señor, Dios de Israel, quien vive desde la eternidad hasta la eternidad. ¡Amén y amén!


Oh Señor Dios, ¡te ruego que sigas manteniendo la promesa que le hiciste a David mi padre, pues me has hecho rey sobre un pueblo tan numeroso como el polvo de la tierra!


y oró: «Oh Señor, Dios de Israel, no hay Dios como tú arriba en el cielo ni abajo en la tierra. Tú cumples tu pacto y muestras amor inagotable a quienes andan delante de ti de todo corazón.


—En ese caso —le dijo Elí—, ¡ve en paz! Que el Dios de Israel te conceda lo que le has pedido.


Allí vieron al Dios de Israel. Debajo de sus pies parecía haber una superficie de lapislázuli de color azul brillante, tan clara como el mismo cielo.


»¿Pero es realmente posible que Dios habite en la tierra? Ni siquiera los cielos más altos pueden contenerte, ¡mucho menos este templo que he construido!


»Y ahora, oh Señor, yo soy tu siervo; haz lo que prometiste respecto a mí y a mi familia. Que sea una promesa que dure para siempre.


Confirma a tu siervo tu promesa, la promesa que hiciste a los que te temen.


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