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1 Reyes 22:43 - Biblia Nueva Traducción Viviente

43 Josafat fue un buen rey, quien siguió el ejemplo de su padre Asa. Hizo lo que era agradable a los ojos del Señor. Sin embargo, durante su reinado no quitó todos los santuarios paganos, y la gente siguió ofreciendo sacrificios y quemando incienso allí.

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Biblia Reina Valera 1960

43 Y anduvo en todo el camino de Asa su padre, sin desviarse de él, haciendo lo recto ante los ojos de Jehová. Con todo eso, los lugares altos no fueron quitados; porque el pueblo sacrificaba aún, y quemaba incienso en ellos.

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Biblia Católica (Latinoamericana)

43 Siguió paso a paso las huellas de su padre Azá, sin apartarse de ellas; hizo lo que es justo a los ojos de Yavé.

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La Biblia Textual 3a Edicion

43 Y él anduvo en todo el camino de su padre Asa, sin apartarse de él, haciendo lo recto ante los ojos de YHVH. Pero° los lugares altos no fueron quitados, porque aún el pueblo continuaba ofreciendo sacrificios y quemando incienso en los lugares altos.

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Biblia Serafín de Ausejo 1975

43 Siguió en todo la conducta de su padre, Asá, sin apartarse de ella, haciendo lo que es recto a los ojos de Yahveh.

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Biblia Reina Valera Gómez (2023)

43 Y anduvo en todos los caminos de Asa, su padre, sin declinar de ellos, haciendo lo recto en los ojos de Jehová. Con todo eso, los lugares altos no fueron quitados; pues el pueblo aún sacrificaba y quemaba incienso en los lugares altos.

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1 Reyes 22:43
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Aunque no se quitaron los santuarios paganos, el corazón de Asa se mantuvo totalmente fiel al Señor durante toda su vida.


pero aun así, no destruyó los santuarios paganos, y la gente seguía ofreciendo sacrificios y quemando incienso allí.


No te desvíes; evita que tus pies sigan el mal.


Pero expulsa a los que recurren a caminos torcidos, oh Señor; llévatelos junto con aquellos que hacen el mal. ¡Que Israel tenga paz!


Me negaré a mirar cualquier cosa vil o vulgar. Detesto a los que actúan de manera deshonesta; no tendré nada que ver con ellos.


Ah, qué alegría para los que confían en el Señor, los que no confían en los orgullosos ni en aquellos que rinden culto a ídolos.


Aunque no se quitaron los santuarios paganos de Israel, el corazón de Asa se mantuvo totalmente fiel durante toda su vida.


Cuando Asa oyó este mensaje de Azarías el profeta, se armó de valor y quitó todos los ídolos detestables de la tierra de Judá y de Benjamín, así como de las ciudades que había conquistado en la zona montañosa de Efraín. Además reparó el altar del Señor que estaba frente a la antesala del templo del Señor.


Entonces Asa clamó al Señor su Dios: «¡Oh Señor, nadie sino tú puede ayudar al débil contra el poderoso! Ayúdanos, oh Señor nuestro Dios, porque solo en ti confiamos. Es en tu nombre que hemos salido contra esta inmensa multitud. ¡Oh Señor, tú eres nuestro Dios; no dejes que simples hombres prevalezcan contra ti!».


»Tal vez me digas: “¡Confiamos en el Señor nuestro Dios!”; pero ¿no es él a quien Ezequías insultó? ¿Acaso no fue Ezequías quien derribó sus santuarios y altares, e hizo que todos en Judá y en Jerusalén adoraran solo en el altar que hay aquí, en Jerusalén?


Asa hizo lo que era agradable a los ojos del Señor, igual que su antepasado David.


Pues David había hecho lo que era agradable a los ojos del Señor y obedeció los mandatos del Señor durante toda su vida, menos en el asunto de Urías el hitita.


También se construyeron santuarios paganos y levantaron columnas sagradas y postes dedicados a la diosa Asera en cada colina alta y debajo de todo árbol frondoso.


¡Qué pronto se apartaron de la forma en que les ordené que vivieran! Fundieron oro y se hicieron un becerro, y se inclinaron ante él y le ofrecieron sacrificios. Andan diciendo: “Oh Israel, estos son tus dioses que te sacaron de la tierra de Egipto”.


En ese tiempo, el pueblo de Israel sacrificaba sus ofrendas en los lugares de culto de la región, porque todavía no se había construido un templo en honor al nombre del Señor.


Josafat tenía treinta y cinco años cuando subió al trono y reinó en Jerusalén veinticinco años. Su madre era Azuba, hija de Silhi.


El hijo sabio acepta la disciplina de sus padres; el burlón se niega a escuchar la corrección.


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