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1 Reyes 21:19 - Biblia Nueva Traducción Viviente

19 Dale el siguiente mensaje: “Esto dice el Señor: ‘¿No te bastó con matar a Nabot? ¿También tienes que robarle? Por lo que has hecho, ¡los perros lamerán tu sangre en el mismo lugar donde lamieron la sangre de Nabot!’”».

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Biblia Reina Valera 1960

19 Y le hablarás diciendo: Así ha dicho Jehová: ¿No mataste, y también has despojado? Y volverás a hablarle, diciendo: Así ha dicho Jehová: En el mismo lugar donde lamieron los perros la sangre de Nabot, los perros lamerán también tu sangre, tu misma sangre.

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Biblia Católica (Latinoamericana)

19 Le dirás esta palabra de Yavé: '¡Así que matas y luego te apoderas de la herencia! Escucha pues esto: allí donde los perros han lamido la sangre de Nabot, lamerán también tu propia sangre'.

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La Biblia Textual 3a Edicion

19 Y le hablarás diciendo: Así dice YHVH: ¿Has asesinado, y también tomas posesión? Y le hablarás diciendo: Así dice YHVH: En el mismo sitio donde los perros lamieron la sangre de Nabot, los perros también lamerán tu sangre.

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Biblia Serafín de Ausejo 1975

19 Y le has de hablar de esta manera: 'Así dice Yahveh: además de haberlo matado, ¿te apropiarás lo suyo?'. Y añadirás: 'Así habla Yahveh: en el mismo lugar en que los perros han lamido la sangre de Nabot, lamerán también la tuya''.

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Biblia Reina Valera Gómez (2023)

19 Y le hablarás diciendo: Así dice Jehová: ¿No mataste, y también has despojado? Y volverás a hablarle, diciendo: Así dice Jehová: En el lugar donde los perros lamieron la sangre de Nabot, los perros lamerán también tu sangre, tu misma sangre.

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1 Reyes 21:19
23 ការដាក់ឲ្យឆ្លើយតបគ្នា  

Después lavaron su carro junto al estanque de Samaria y llegaron los perros y lamieron su sangre en el lugar donde se bañaban las prostitutas, tal como el Señor lo había anunciado.


¿Por qué, entonces, despreciaste la palabra del Señor e hiciste este acto tan horrible? Pues mataste a Urías el hitita con la espada de los amonitas y le robaste a su esposa.


Pues serán tratados de la misma forma en que traten a los demás. El criterio que usen para juzgar a otros es el criterio con el que se les juzgará a ustedes.


»¡Qué aflicción te espera a ti que construyes ciudades con el dinero adquirido mediante el crimen y la corrupción!


»¡Qué aflicción te espera a ti que construyes mansiones con dinero deshonesto! Crees que tu riqueza comprará seguridad y así pondrás el nido familiar fuera de peligro.


Al Señor lo conocen por su justicia; los malvados son presos de sus propias acciones. Interludio de silencio


Entonces atravesaron a Amán con el poste que había levantado para Mardoqueo, y la furia del rey se calmó.


»Esto dice el Señor: “Por lo que has hecho, haré que tu propia familia se rebele en tu contra. Ante tus propios ojos, daré tus mujeres a otro hombre, y él se acostará con ellas a la vista de todos.


Adoni-bezec dijo: «Una vez yo tuve setenta reyes sin los pulgares de las manos y los dedos gordos de los pies, comiendo migajas debajo de mi mesa. Ahora Dios me devolvió lo que les hice». Y se lo llevaron a Jerusalén, donde murió.


—¿Quién te dijo que estabas desnudo? —le preguntó el Señor Dios—. ¿Acaso has comido del fruto del árbol que te ordené que no comieras?


No tengan duda de que se cumplirá el mensaje que el Señor dio acerca de la familia de Acab. El Señor declaró por medio de su siervo Elías que esto sucedería».


o si he robado sus cosechas o he matado a sus propietarios,


Ustedes, pueblo mío, se lavarán los pies en la sangre de ellos, ¡y hasta los perros tendrán su porción!».


Además, el príncipe nunca podrá quitarle a nadie su tierra por la fuerza. Si le regala propiedades a sus hijos, tendrán que ser de su propia tierra, porque no deseo que ninguno de mi pueblo sea desalojado injustamente de su propiedad”».


Eliseo estaba sentado en su casa con los ancianos de Israel cuando el rey mandó a un mensajero a llamarlo; pero antes de que llegara el mensajero, Eliseo dijo a los ancianos: «Un asesino ya mandó a un hombre a cortarme la cabeza. Cuando llegue, cierren la puerta y déjenlo afuera. Pronto oiremos los pasos de su amo detrás de él».


Cuando llegó la carta, los líderes mataron a los setenta hijos del rey; pusieron las cabezas en canastos y se las entregaron a Jehú, quien estaba en Jezreel.


Señor, ten misericordia de mí. Mira cómo me atormentan mis enemigos; arrebátame de las garras de la muerte.


Así que el profeta Jeremías transmitió este mensaje al rey Sedequías de Judá.


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