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1 Reyes 20:30 - Biblia Nueva Traducción Viviente

30 El resto huyó a la ciudad de Afec, pero la muralla les cayó encima y mató a otros veintisiete mil de ellos. Ben-adad huyó a la ciudad y se escondió en un cuarto secreto.

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Biblia Reina Valera 1960

30 Los demás huyeron a Afec, a la ciudad; y el muro cayó sobre veintisiete mil hombres que habían quedado. También Ben-adad vino huyendo a la ciudad, y se escondía de aposento en aposento.

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Biblia Católica (Latinoamericana)

30 Los que sobrevivieron se refugiaron en la ciudad de Afec, pero la muralla se desplomó sobre los diecisiete mil que quedaban. Ben-Hadad había huido y pasaba en la ciudad de una a otra casa.

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La Biblia Textual 3a Edicion

30 Y los demás huyeron a Afec, pero el muro de la ciudad se derrumbó sobre los veintisiete mil hombres que quedaban. Y Ben-hadad huyó, y entró en la ciudad, y se escondía de casa en casa.

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Biblia Serafín de Ausejo 1975

30 Los restantes emprendieron la huida hasta la ciudad de Afec, pero la muralla se desplomó sobre los veintisiete mil hombres que quedaban. Ben Hadad se dio a la fuga, entró en la ciudad y se fue escondiendo de alcoba en alcoba.

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Biblia Reina Valera Gómez (2023)

30 Los demás huyeron a Afec, a la ciudad; y el muro cayó sobre veintisiete mil hombres que habían quedado. También Benadad vino huyendo a la ciudad, y se escondía de cámara en cámara.

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1 Reyes 20:30
21 ការដាក់ឲ្យឆ្លើយតបគ្នា  

Y Micaías le contestó: —¡Ya lo sabrás, cuando estés tratando de esconderte en algún cuarto secreto!


Y Micaías le contestó: —¡Ya lo sabrás, cuando estés tratando de esconderte en algún cuarto secreto!


La primavera siguiente, llamó al ejército arameo y avanzó contra Israel, pero esta vez en Afec.


¿Y qué piensan de los dieciocho que murieron cuando la torre de Siloé les cayó encima? ¿Acaso eran los peores pecadores de Jerusalén?


Aunque se escondan en la cumbre del monte Carmelo, allí los buscaré y los capturaré. Aunque se oculten en el fondo del océano, enviaré tras ellos a la serpiente marina para que los muerda.


En ese día ustedes serán como un hombre que huye de un león, solo para encontrarse con un oso. Y, al escapar del oso, apoya su mano contra una pared en su casa y lo muerde una serpiente.


»Ahora, yo, Nabucodonosor, alabo, glorifico y doy honra al Rey del cielo. Todos sus actos son justos y verdaderos, y es capaz de humillar al soberbio».


Los que huyan en terror caerán en una trampa, y los que escapen de la trampa serán apresados por una red. Me aseguraré de que no escapes porque ha llegado el tiempo de tu juicio —dice el Señor—.


Los que huyan aterrorizados caerán en una trampa, y los que escapen de la trampa quedarán atrapados en una red. La destrucción cae de los cielos como la lluvia; tiemblan los cimientos de la tierra.


Con los fieles te muestras fiel; a los íntegros les muestras integridad.


Cada soldado israelita mató a su oponente arameo, y de pronto todo el ejército arameo sintió pánico y huyó. Los israelitas persiguieron a los arameos, pero el rey Ben-adad y algunos de sus conductores de carros escaparon a caballo.


Con eso Ben-adad le envió otro mensaje a Acab, que decía: «Que los dioses me hieran e incluso me maten si de Samaria queda polvo suficiente para darle un puñado a cada uno de mis soldados».


al sur. En el norte, la siguiente área tampoco está conquistada aún: toda la tierra de los cananeos, incluso Mehara (lugar que pertenece a los sidonios), que se extiende al norte hasta Afec, en la frontera con los amorreos;


Todo el ejército filisteo se movilizó en Afec, y los israelitas acamparon junto al manantial de Jezreel.


Los dos ejércitos acamparon, uno frente al otro, durante siete días. El séptimo día comenzó la batalla. En un solo día los israelitas mataron a cien mil soldados arameos de infantería.


Así que estaban todos adentro del templo para ofrecer sacrificios y ofrendas quemadas. Ahora bien, Jehú había puesto a ochenta de sus hombres fuera del edificio y les había advertido: «Si dejan que alguno se escape, pagarán con su propia vida».


la calamidad caerá sobre ustedes de repente, como una pared pandeada que explota y se cae. En un instante, se desplomará y se derrumbará.


Pero Abimelec lo persiguió, y muchos de los hombres de Siquem cayeron heridos por el camino cuando se retiraban hacia la entrada de la ciudad.


La batalla se extendió con furor por todo el campo, y perecieron en el bosque más hombres que los que murieron a espada.


y busca a Jehú, hijo de Josafat, hijo de Nimsi. Llévalo a un cuarto privado, lejos de sus amigos,


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