18 En respuesta, Asa tomó toda la plata y todo el oro que quedaban en los tesoros del templo del Señor y del palacio real, y encargó a unos de sus funcionarios que le enviaran todo a Ben-adad, hijo de Tabrimón, hijo de Hezión, rey de Aram, que gobernaba en Damasco, junto con el siguiente mensaje:
18 Entonces tomando Asa toda la plata y el oro que había quedado en los tesoros de la casa de Jehová, y los tesoros de la casa real, los entregó a sus siervos, y los envió el rey Asa a Ben-adad hijo de Tabrimón, hijo de Hezión, rey de Siria, el cual residía en Damasco, diciendo:
18 Azá juntó entonces toda la plata y todo el oro que quedaban en los tesoros de la Casa de Yavé y en los tesoros del palacio real, se los pasó a sus servidores y los envió donde Ben-Hadad, hijo de Tabinom, hijo de Hezión, que era rey de Aram, en Damasco.
Le llevaron este mensaje:
18 Asa tomó entonces toda la plata y el oro que habían quedado en los tesoros de la Casa de YHVH, juntamente con los tesoros de la casa real, y entregándolos en mano de sus servidores, el rey Asa los envió a Ben-hadad, hijo de Tabrimón, hijo de Hezión, rey de Siria, que habitaba en Damasco, diciendo:
18 Entonces Asá tomó cuanta plata y oro quedaba en el tesoro del templo de Yahveh y en el del palacio real y se los entregó a sus servidores, para que se los llevasen a Ben Hadad, hijo de Tabrimón, hijo de Jezión, rey de Aram, que residía en Damasco, con este propósito:
18 Entonces tomando Asa toda la plata y el oro que había quedado en los tesoros de la casa de Jehová, y los tesoros de la casa real, los entregó en las manos de sus siervos, y los envió el rey Asa a Benadad, hijo de Tabrimón, hijo de Hezión, rey de Siria, el cual residía en Damasco, diciendo:
Entonces el rey Joás recogió todos los objetos sagrados que Josafat, Yoram y Ocozías —los reyes anteriores de Judá— habían dedicado junto con los que él mismo había dedicado. Después le envió todo a Hazael, junto con el oro que había en los tesoros del templo del Señor y en el palacio real. Como resultado, Hazael suspendió su ataque a Jerusalén.
Allí dividió a sus hombres en grupos y atacó durante la noche. El ejército de Quedorlaomer huyó, pero Abram lo persiguió hasta Hoba, al norte de Damasco.
Abram le respondió: —Oh Señor Soberano, ¿de qué sirven todas tus bendiciones si ni siquiera tengo un hijo? Ya que tú no me has dado hijos, Eliezer de Damasco, un siervo de los de mi casa, heredará toda mi riqueza.