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1 Corintios 3:7 - Biblia Nueva Traducción Viviente

7 No importa quién planta o quién riega; lo importante es que Dios hace crecer la semilla.

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Biblia Reina Valera 1960

7 Así que ni el que planta es algo, ni el que riega, sino Dios, que da el crecimiento.

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Biblia Católica (Latinoamericana)

7 De modo que el que planta no es algo, ni tampoco el que riega, sino Dios que hace crecer.

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La Biblia Textual 3a Edicion

7 Así que, ni el que planta es algo, ni el que riega, sino Dios, que está dando el crecimiento.

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Biblia Serafín de Ausejo 1975

7 Y así lo que cuenta no es el que planta ni el que riega, sino el que produce el crecimiento: Dios.

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Biblia Reina Valera Gómez (2023)

7 Así que, ni el que planta es algo, ni el que riega; sino Dios, que da el crecimiento.

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1 Corintios 3:7
12 ការដាក់ឲ្យឆ្លើយតបគ្នា  

»Ciertamente, yo soy la vid; ustedes son las ramas. Los que permanecen en mí y yo en ellos producirán mucho fruto porque, separados de mí, no pueden hacer nada.


Si te crees demasiado importante para ayudar a alguien, solo te engañas a ti mismo. No eres tan importante.


Cada vez él me dijo: «Mi gracia es todo lo que necesitas; mi poder actúa mejor en la debilidad». Así que ahora me alegra jactarme de mis debilidades, para que el poder de Cristo pueda actuar a través de mí.


No a nosotros, oh Señor, no a nosotros, sino a tu nombre le corresponde toda la gloria, por tu amor inagotable y tu fidelidad.


Si tuviera el don de profecía y entendiera todos los planes secretos de Dios y contara con todo el conocimiento, y si tuviera una fe que me hiciera capaz de mover montañas, pero no amara a otros, yo no sería nada.


Todos los hombres de la tierra no son nada comparados con él. Él hace lo que quiere entre los ángeles del cielo y entre la gente de la tierra. Nadie puede detenerlo ni decirle: “¿Por qué haces estas cosas?”.


Como ven, todos son objetos necios y sin ningún valor; sus ídolos son tan vacíos como el viento.


Las naciones del mundo no valen nada para él. Ante sus ojos, cuentan menos que nada; son solo vacío y espuma.


Y que el Señor nuestro Dios nos dé su aprobación y haga que nuestros esfuerzos prosperen. Sí, ¡haz que nuestros esfuerzos prosperen!


Yo planté la semilla en sus corazones, y Apolos la regó, pero fue Dios quien la hizo crecer.


El que planta y el que riega trabajan en conjunto con el mismo propósito. Y cada uno será recompensado por su propio arduo trabajo.


Ustedes hicieron que me comportara como un necio. Deberían estar escribiendo elogios acerca de mí, porque no soy de ninguna manera inferior a esos «superapóstoles», aun cuando no soy nada en absoluto.


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