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Zacarías 3:3 - Biblia Católica (Latinoamericana)

3 Ahora bien, Josué estaba vestido con ropas sucias, mientras permanecía en presencia del ángel de Yavé.

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Biblia Reina Valera 1960

3 Y Josué estaba vestido de vestiduras viles, y estaba delante del ángel.

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Biblia Nueva Traducción Viviente

3 La ropa de Jesúa estaba sucia cuando estuvo de pie ante el ángel.

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La Biblia Textual 3a Edicion

3 Y Josué estaba vestido con vestiduras inmundas mientras se hallaba en pie ante el ángel.

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Biblia Serafín de Ausejo 1975

3 Josué vestía ropas sucias cuando se hallaba delante del ángel.

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Biblia Reina Valera Gómez (2023)

3 Y Josué estaba vestido de vestiduras viles, y estaba delante del Ángel.

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Zacarías 3:3
12 ការដាក់ឲ្យឆ្លើយតបគ្នា  

Nadie ya invoca tu Nombre ni se despierta para buscarte, sino que tú nos has dado vuelta la cara y nos has dejado a merced de nuestras culpas.


la han vestido de lino fino, deslumbrante de blancura -el lino son las buenas acciones de los santos-.


Yavé, Dios de Israel, es un hecho que eres justo, pues nos has dejado un resto, unos sobrevivientes. Aquí estamos pues ante ti con nuestro pecado; pero, ¿cómo permanecer así en tu presencia?'


Pon atención, oh Dios mío, escucha, abre tus ojos, mira nuestra ruina y la ciudad sobre la cual ha sido pronunciado tu Nombre. Te lo suplicamos; no esperamos nada de nuestros méritos, sino que confiamos en tu gran misericordia.


Supongamos que entra en su asamblea un hombre muy bien vestido y con un anillo de oro y entra también un pobre con ropas sucias,


a unos los salvarán arrancándolos del fuego eterno; con otros deberán actuar con mucho cuidado, sin tocar ni siquiera sus ropas por miedo a la contaminación.


lavar de sus inmundicias a las hijas de Sión, y para limpiar a Jerusalén de la sangre que ha sido derramada en ella, con el soplo de su justicia que es un soplo de fuego.


Entonces Zorobabel hijo de Sealtiel y Josué hijo de Yosadac se decidieron a reiniciar la construcción del Templo de Dios en Jerusalén; los profetas de Dios estaban con ellos y los apoyaban.


Todos nosotros éramos como impuros, y nuestros méritos no valían más que un paño sucio. Somos como las hojas caídas, y nuestros pecados nos arrastran como el viento.


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