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Zacarías 12:4 - Biblia Católica (Latinoamericana)

4 Ese día, dice Yavé, sembraré la confusión entre los caballos y volveré locos a sus jinetes. Dejaré ciegos a todos los pueblos y cuidaré de la casa de Judá.

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Biblia Reina Valera 1960

4 En aquel día, dice Jehová, heriré con pánico a todo caballo, y con locura al jinete; mas sobre la casa de Judá abriré mis ojos, y a todo caballo de los pueblos heriré con ceguera.

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Biblia Nueva Traducción Viviente

4 »En aquel día —dice el Señor— haré que todos los caballos se espanten y que todos los jinetes pierdan el valor. Vigilaré a la gente de Judá, pero cegaré los caballos de sus enemigos.

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La Biblia Textual 3a Edicion

4 Aquel día, dice YHVH, heriré a todo caballo con pánico y a todo jinete con locura. Pero abriré mis ojos sobre la casa de Judá, mientras hiero con ceguera a todo caballo de los gentiles.

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Biblia Serafín de Ausejo 1975

4 'Aquel día -oráculo de Yahveh- heriré de terror a todos los caballos, y de locura a sus jinetes. Sobre la casa de Judá tendré mis ojos abiertos. Pero heriré de ceguera los caballos de los pueblos.

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Biblia Reina Valera Gómez (2023)

4 En aquel día, dice Jehová, heriré con aturdimiento a todo caballo, y con locura al que en él sube; mas sobre la casa de Judá abriré mis ojos, y a todo caballo de los pueblos heriré con ceguera.

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Zacarías 12:4
24 ការដាក់ឲ្យឆ្លើយតបគ្នា  

Jerusalén, en ese entonces, será como una piedra que tratarán de levantar todos los pueblos; pero cuantos lo hagan quedarán desgarrados ( ).


Te castigará Yavé con la locura, la ceguera y la pérdida de los sentidos.


Aquel día haré que los pueblitos de Judá sean como un fósforo encendido en un montón de leña, como una antorcha lanzada entre las gavillas; devorarán a izquierda y derecha a todos los pueblos de los alrededores. A Jerusalén, empero, no le pasará nada.


Ahora precisamente Dios quiere superar esos tiempos de ignorancia, y pide a todos los hombres de todo el mundo un cambio total.


Una peste parecida atacará a los caballos, a las mulas, a los camellos, a los burros; en fin, a todos los animales que estén en sus campamentos.


La lamentación que habrá en ese día, en Jerusalén, será tan grande como la que se celebra para Hadad Rimón en la llanura de Meguido.


Ellos serán en la batalla como valientes que pisan el polvo del camino; serán victoriosos, pues Yavé estará de su parte, y derrotarán a los que montan a caballo.


Yo montaré guardia para proteger a mi país de cualquier asaltante; ya nadie se atreverá a oprimirlos, pues ahora he visto cómo están oprimidos.


Pon atención, oh Dios mío, escucha, abre tus ojos, mira nuestra ruina y la ciudad sobre la cual ha sido pronunciado tu Nombre. Te lo suplicamos; no esperamos nada de nuestros méritos, sino que confiamos en tu gran misericordia.


Esto dice Yavé: En mi mesa se hartarán de caballos y de animales de tiro, de hombres selectos y de soldados.


Haré que te pongas en marcha con todo tu ejército, tus caballos y tus caballeros, todos vestidos magníficamente, tus numerosas tropas armadas con espadas, lanzas y escudos.


Me fijaré que les vaya bien, los haré regresar a su tierra, los reconstruiré en vez de demolerlos, los plantaré en vez de arrancarlos.


que estás sentado sobre los querubines, tú eres el único Dios de todos los reinos de la tierra; tú eres el creador del cielo y de la tierra. Atiéndeme, Yavé, y escucha. Abre, Yavé, tus ojos y mira. Mira las palabras de Senaquerib con que manda insultar al Dios viviente.


Ese día Yavé pedirá cuentas al ejército de los cielos, allá en lo alto, y aquí abajo, a los reyes de la tierra;'


¡Escucha con atención, abre los ojos, atiende la plegaria de tu servidor! Porque como tú lo ves, yo oro día y noche por los hijos de Israel, tus servidores y confieso los pecados de los hijos de Israel.


Mis ojos estarán abiertos y mis oídos atentos a la oración que se haga en este lugar;'


Que tus ojos, Dios mío, estén abiertos, y tus oídos atentos a la oración que se haga en este lugar.


Que tus ojos estén abiertos día y noche sobre esta Casa, sobre este lugar del que dijiste que pondrías en él tu Nombre. ¡Escucha la oración que te dirige tu siervo en este lugar!


Los arameos bajaron donde Eliseo. Este hizo esta oración a Yavé: '¡Dígnate dejar ciega a esa tropa!' Y Yavé los dejó ciegos según la palabra de Eliseo.


Entonces el rey despachó para allá abajo caballos, carros y un numeroso destacamento; llegaron de noche y cercaron la ciudad.


Que tus ojos estén abiertos día y noche sobre esta Casa, sobre este lugar del cual has dicho: Allí habitará mi Nombre. Escucha la oración que hará tu servidor en este lugar.


Entonces los jefes de Judá dirán en su interior: 'La fuerza de Jerusalén le viene de Yavé, su Dios.


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