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Salmos 91:3 - Biblia Católica (Latinoamericana)

3 El te librará del lazo del cazador y del azote de la desgracia;'

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Biblia Reina Valera 1960

3 Él te librará del lazo del cazador, De la peste destructora.

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Biblia Nueva Traducción Viviente

3 Te rescatará de toda trampa y te protegerá de enfermedades mortales.

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La Biblia Textual 3a Edicion

3 Él te librará del lazo del pajarero,° De la peste destructora.

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Biblia Serafín de Ausejo 1975

3 Él te libra, en efecto, del lazo del cazador y de la palabra perniciosa.

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Biblia Reina Valera Gómez (2023)

3 Él te librará del lazo del cazador; de la peste destructora.

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Salmos 91:3
16 ការដាក់ឲ្យឆ្លើយតបគ្នា  

Nuestra alma como pájaro escapó de la red que puso el cazador. La malla se rompió y nosotros escapamos.


Protégeme del lazo que me han tendido, de las trampas de los que hacen el mal.


al que pronto una flecha atravesará el hígado: ¡Es como un pájaro que cae en la trampa, sin saber que eso le costará la vida!


tienes que librarte, como el ciervo de la trampa, como el pájaro de la red!


Nadie sabe cuándo vendrá su hora: a los hijos de Adán los sorprende la desgracia como al pez que queda preso en la red o como el pájaro sobre el cual cae la trampa.


liberándose de los lazos del diablo que los tiene sometidos a su voluntad.


Los que quieren ser ricos caen en tentaciones y trampas; un montón de ambiciones locas y dañinas los hunden en la ruina hasta perderlos.


¿No cae un pajarito en la trampa porque alguien la ha armado antes?


Efraím monta guardia ante mi Dios y el profeta trata de impedir que el enemigo llegue de sorpresa, anunciando el ataque contra el templo de sus ídolos.


ni la peste que avanza en las tinieblas, ni la plaga que azota a pleno sol.


Y David escogió la peste. Era el tiempo de la cosecha del trigo, y Yavé envió la peste a Israel desde esa mañana hasta el plazo fijado. El flagelo golpeó al pueblo y murieron setenta mil hombres desde Dan hasta Bersebá.


Cuando haya en el país una hambruna, una peste, una plaga en el trigo, langostas, saltamontes, cuando el enemigo ponga sitio a una de sus ciudades, o también cuando haya una catástrofe o una enfermedad,


Dios aplasta la cabeza de sus enemigos, el cráneo de los habituados al crimen.


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