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Salmos 65:8 - Biblia Católica (Latinoamericana)

8 Tus prodigios espantan a los pueblos lejanos, pero alegran las puertas por donde el sol nace y se pone.

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Biblia Reina Valera 1960

8 Por tanto, los habitantes de los fines de la tierra temen de tus maravillas. Tú haces alegrar las salidas de la mañana y de la tarde.

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Biblia Nueva Traducción Viviente

8 Los que viven en los extremos de la tierra quedan asombrados ante tus maravillas. Desde donde sale el sol hasta donde se pone, tú inspiras gritos de alegría.

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La Biblia Textual 3a Edicion

8 Por eso los que habitan en los últimos confines temen delante de tus portentos. ¡Tú haces alegrar las puertas de la aurora y la entrada del ocaso!

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Biblia Serafín de Ausejo 1975

8 el que acalla el bramido de los mares, el estruendo de las olas y el tumulto de los pueblos.

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Biblia Reina Valera Gómez (2023)

8 Por tanto, los moradores de los confines de la tierra temen de tus maravillas. Tú haces que se alegren las salidas de la mañana y de la tarde.

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Salmos 65:8
22 ការដាក់ឲ្យឆ្លើយតបគ្នា  

Alábenlo el sol y la luna, alábenlo todos los astros de luz;'


Al sol para que gobierne el día, porque su amor perdura para siempre.


nuestra boca se llenaba de risa y nuestra lengua de gritos de alegría. Entonces entre los paganos se decía: '¡Qué grandes cosas no ha hecho el Señor por ellos!'


Tuyo es el día y tuya es la noche, tú ajustas la luz y el sol.


En ese momento se produjo un violento terremoto y se derrumbó la décima parte de la ciudad, pereciendo en el cataclismo siete mil personas. Los supervivientes se llenaron de espanto y reconocieron al Dios del cielo.


Envió señales y prodigios en medio de ti, Egipto, en contra del Faraón y de todos sus siervos.


Al sol le fijó una tienda en lontananza, de allí sale muy alegre, como un esposo que deja su alcoba, como atleta a correr su carrera.


Pídeme y serán tu herencia las naciones, tu propiedad, los confines de la tierra.


Cuando mires al cielo y veas el sol, la luna, las estrellas y todos los astros del firmamento, no te dejes arrastrar a adorarlos como dioses y a servirlos, pues Yavé, tu Dios, dejó que fueran la parte de los demás pueblos,


Digan a Dios: ¡Qué terribles son tus obras! Tu fuerza es tal que tus enemigos se convierten en tus aduladores.


sus praderas se visten de rebaños y los valles se cubren de trigales, ¡ellos aclaman, o mejor, ellos cantan!


¿Has mandado una vez en tu vida a la mañana o indicado a la aurora su lugar,


Mientras dure la tierra, habrá siembra y cosecha, pues nunca cesarán ni el frío ni el calor, ni el verano ni el invierno ni los días ni las noches.


Tú aplastaste al Monstruo, y quedó tendido; tu brazo dispersó a tus enemigos.


Hizo que amainara la tormenta y las olas del mar enmudecieron.


Pero El las amenaza, y de muy lejos huyen, como polvillo de los cerros movido por el viento, o como un remolino, por el huracán.


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