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Salmos 6:2 - Biblia Católica (Latinoamericana)

2 Ten compasión de mí que estoy sin fuerzas; sáname pues no puedo sostenerme.

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Biblia Reina Valera 1960

2 Ten misericordia de mí, oh Jehová, porque estoy enfermo; Sáname, oh Jehová, porque mis huesos se estremecen.

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Biblia Nueva Traducción Viviente

2 Ten compasión de mí, Señor, porque soy débil; sáname, Señor, porque mis huesos agonizan.

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La Biblia Textual 3a Edicion

2 ¡Ten piedad de mí, oh YHVH, porque desfallezco! Sáname, oh YHVH, porque mis huesos se estremecen,

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Biblia Serafín de Ausejo 1975

2 Ah Señor, no me corrijas en tu enojo y en tu furor no me reprendas.

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Biblia Reina Valera Gómez (2023)

2 Ten misericordia de mí, oh Jehová, porque estoy debilitado; sáname, oh Jehová, porque mis huesos están conmovidos.

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Salmos 6:2
21 ការដាក់ឲ្យឆ្លើយតបគ្នា  

Vengan, volvamos a Yavé; pues si él nos lesionó, él nos sanará; si él nos hirió, él vendará nuestras heridas.


Mi vida se consume en la aflicción y mis años entre gemidos; mi fuerza desfallece entre tanto dolor y mis huesos se deshacen.


Señor, Dios mío, clamé a ti y tu me sanaste.


¡Devuélveme la salud, Yavé, y quedaré sano! ¡Sálvame y estaré a salvo! Pues mi esperanza eres tú.


Mas tú quieres rectitud de corazón, y me enseñas en secreto lo que es sabio.


Vean ahora que Yo, sólo Yo soy, y que no hay más Dios que yo. Yo doy la muerte y la vida, yo hiero, y soy yo mismo el que sano, y no hay quién se libre de mi mano.


Mi espalda arde de fiebre y en mi carne no queda nada sano.


Nada quedó sano en mí por causa de tu ira, nada sano en mis huesos, después de mi pecado.


Hasta que no lo confesaba, se consumían mis huesos, gimiendo todo el día.


Entonces Abrahán oró por Abimelec, y Dios curó a Abimelec, a su esposa y a sus esclavos, a fin de que pudieran tener hijos.


Su fama se extendió por toda Siria. La gente le traía todos sus enfermos y cuantos estaban aquejados por algún mal: endemoniados, lunáticos y paralíticos, y él los sanaba a todos.


Yo soy como el arroyo que se escurre; todos mis huesos se han descoyuntado; mi corazón se ha vuelto como cera, dentro mis entrañas se derriten.


pues él es el que hiere y el que venda la herida, él lastima y después cura sus manos.


Entonces Moisés suplicó a Yavé: '¡Por favor, detente! ¡Sánala!'


y le dijo: 'Si de veras escuchas a Yavé, tu Dios, y haces lo que es justo a sus ojos, dando oídos a sus mandatos y practicando sus normas, no descargaré sobre ti ninguna plaga de las que he descargado sobre los egipcios; porque yo soy Yavé, que te doy la salud.


Apiádense de mí, ustedes mis amigos, que es la mano de Dios la que me hirió.


Pues tus flechas en mí se han clavado, y tu mano se ha cargado sobre mí.


Corrígenos, Yavé, pero con prudencia, sin enojarte, no sea que desaparezcamos.


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