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Salmos 137:1 - Biblia Católica (Latinoamericana)

1 Al borde de los canales de Babilonia nos sentábamos y llorábamos

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Biblia Reina Valera 1960

1 Junto a los ríos de Babilonia, Allí nos sentábamos, y aun llorábamos, Acordándonos de Sion.

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Biblia Nueva Traducción Viviente

1 Junto a los ríos de Babilonia, nos sentamos y lloramos al pensar en Jerusalén.

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La Biblia Textual 3a Edicion

1 Junto a los ríos de Babilonia nos sentábamos y llorábamos, Acordándonos de Sión.

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Biblia Serafín de Ausejo 1975

1 A la orilla de los ríos de Babel estábamos sentados y llorábamos, recordando a Sión.

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Biblia Reina Valera Gómez (2023)

1 Junto a los ríos de Babilonia, allí nos sentábamos, y aun llorábamos, acordándonos de Sión.

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Salmos 137:1
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El año treinta, el día quinto del cuarto mes, encontrándome entre los desterrados, a orillas del río Quebar, se abrió el cielo y contemplé visiones divinas.


Cuando llegué a Tel Aviv, donde estaban los desterrados a orillas del río Quebar, permanecí siete días como atontado en medio de ellos.


Al acercarse y ver la ciudad, lloró por ella,


la palabra de Yavé fue dirigida al sacerdote Ezequiel, hijo de Buzi, en el país de los caldeos, a orillas del río Quebar.


Torrentes de agua derraman mis ojos por la ruina de la Hija de mi pueblo.


Hija de Sión, gime, clama al Señor; deja correr a torrentes tus lágrimas día y noche, no te des descanso, no cesen las fuentes de tus ojos.


Por eso, lloro yo, mis ojos se deshacen en lágrimas porque está lejos el consolador que reanime mi alma. Mis hijos están desolados porque sus enemigos triunfan.


Yo no me sentaba con otros para bromear, sino que, apenas tu mano me tomaba, yo me sentaba aparte, pues me habías llenado de tu propio enojo.


Es un desahogo para mi alma, acordarme de aquel tiempo, en que iba con los nobles hasta la casa de Dios, entre vivas y cantos de la turba feliz.


le dije al rey: '¡Viva el rey para siempre! ¿Cómo no voy a estar triste si la ciudad donde están las tumbas de mis antepasados está en ruinas y sus puertas, quemadas por el fuego?'


Dejamos el río Ahava para dirigirnos a Jerusalén, el doce del primer mes; la mano de nuestro Dios estaba con nosotros y nos protegió a lo largo del camino de los ataques de los enemigos y salteadores.


Allí, a orillas del río Ahava, proclamé un día de ayuno para hacer penitencia delante de nuestro Dios, para suplicarle que nos concediera un viaje feliz junto con nuestros hijos y todo lo que llevábamos.


Yo enviaré a mis dos testigos vestidos con ropa de penitencia para que proclamen mi palabra durante mil doscientos sesenta días.


Volví mi mirada hacia el Señor Dios para invocarlo en la oración y suplicarle por medio del ayuno, la penitencia y la ceniza.


Me duelen los ojos al ver a las hijas de mi ciudad.


Alégrense con Jerusalén, y que se feliciten por ella todos los que la aman. Siéntanse, ahora, muy contentos con ella todos los que por ella anduvieron de luto,


El grito de angustia de la hija de mi pueblo se siente a lo largo de todo el país: '¿Ya no está Yavé en Sión?, ¿su Rey ya no está allí?' '¿Por qué me han irritado con sus ídolos, con esas cosas extranjeras, que nada son?'


Y fui a esconderlo, conforme a la orden de Yavé.


Tú que resides cerca de grandes ríos, tú, rica en tesoros ha llegado tu fin, el término de tus rapiñas.


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