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Romanos 5:6 - Biblia Católica (Latinoamericana)

6 Fíjense cómo Cristo murió por los pecadores, cuando llegó el momento, en un tiempo en que no servíamos para nada.

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Biblia Reina Valera 1960

6 Porque Cristo, cuando aún éramos débiles, a su tiempo murió por los impíos.

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Biblia Nueva Traducción Viviente

6 Cuando éramos totalmente incapaces de salvarnos, Cristo vino en el momento preciso y murió por nosotros, pecadores.

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La Biblia Textual 3a Edicion

6 Porque cuando aún éramos débiles,° a su tiempo el Mesías murió por los impíos.

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Biblia Serafín de Ausejo 1975

6 Efectivamente, estando aún nosotros desvalidos, Cristo murió, a su tiempo, por quienes estaban alejados de Dios. -

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Biblia Reina Valera Gómez (2023)

6 Porque Cristo, cuando aún éramos débiles, a su tiempo murió por los impíos.

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Romanos 5:6
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Pero Dios dejó constancia del amor que nos tiene: Cristo murió por nosotros cuando todavía éramos pecadores.


Ustedes estaban muertos por sus pecados y su misma persona no estaba circuncidada, pero Dios los hizo revivir junto a Cristo: ¡nos perdonó todas nuestras faltas!


Cuando éramos enemigos, fuimos reconciliados con él por la muerte de su Hijo; con mucha más razón ahora su vida será nuestra plenitud.


Si bien fue entregado por nuestros pecados, fue resucitado para que entráramos a la vida justa.


nos enseña a rechazar la vida sin Dios y las codicias mundanas, y a vivir en el mundo presente como seres responsables, justos y que sirven a Dios.


Por el contrario, al que no puede presentar obras, pero cree en Aquel que hace justos a los pecadores, se le toma en cuenta su fe para hacerlo justo.


de otro modo hubiera tenido que padecer muchísimas veces desde la creación del mundo. De hecho se manifestó una sola vez, al fin de los tiempos, para abolir el pecado con su sacrificio.


Pero, cuando llegó la plenitud de los tiempos, Dios envió a su Hijo, que nació de mujer y fue sometido a la Ley,


La Ley no fue instituida para los justos, sino para la gente sin ley, para los rebeldes, impíos y pecadores, para los que no respetan a Dios ni la religión, para los corrompidos e impuros, para los que matan a sus padres y para los asesinos;'


Pues Dios no nos ha destinado a la condenación, sino a que hagamos nuestra la salvación por Cristo Jesús, nuestro Señor.


Dios pensaba en él desde antes de la creación del mundo, pero no fue revelado sino a ustedes al final de los tiempos.


Porque se han infiltrado en medio de ustedes ciertas personas ya señaladas para la condenación, gente impía que hacen de la gracia de nuestro Dios un pretexto para su libertinaje y niegan a nuestro único Dueño y Señor Jesucristo.


para juzgar a todos. Pedirá cuentas a los que se burlan del bien por todas las veces en que actuaron burlándose de él, y castigará a los pecadores enemigos de Dios por todas las palabras injuriosas que profirieron contra él.


Del mismo modo ahora la palabra de Dios es la que conserva nuestro cielo y nuestra tierra, pero serán destruidos por el fuego el día del Juicio, cuando los impíos también sean destruidos.


entonces todo Israel se salvará, según dice la Escritura: De Sión saldrá el libertador que limpiará a los hijos de Jacob de todas sus faltas.


El rey del norte avanzará, cavará trincheras y se apoderará de una ciudad fortificada; el ejército del sur no podrá resistir ante su empuje y los más valientes de sus hombres huirán.


Dichoso el hombre que no va a reuniones de malvados, ni sigue el camino de los pecadores ni se sienta en la junta de burlones,


Ha perdido la hija de Sión toda su gloria, sus jefes parecían carneros que no encuentran pasto, iban caminando sin fuerzas delante del que los arreaba.


Ellos les decían que al final de los tiempos aparecerán hombres que se burlarán de todo y no tendrán en cuenta a Dios, sino que se dejarán llevar por sus pasiones.


Difícilmente aceptaríamos morir por una persona buena; tratándose de una persona muy buena, tal vez alguien se atrevería a sacrificar su vida.


Si ni siquiera perdonó a su propio Hijo, sino que lo entregó por todos nosotros, ¿cómo no nos va a dar con él todo lo demás?


¿Quién los condenará? ¿Acaso será Cristo, el que murió y, más aún, resucitó y está a la derecha de Dios intercediendo por nosotros?


y ahora no vivo yo, es Cristo quien vive en mí. Todo lo que vivo en lo humano lo vivo con la fe en el Hijo de Dios, que me amó y se entregó por mí.


Sigan el camino del amor, a ejemplo de Cristo, que nos amó y se entregó por nosotros, como esas ofrendas y víctimas cuyo olor agradable subía a Dios.


Todo sumo sacerdote es instituido para presentar a Dios ofrendas y sacrificios y, por tanto, Jesús tiene que ofrecer algún sacrificio.


un novillo, un carnero, un cordero de un año, para el holocausto;'


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