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Romanos 15:18 - Biblia Católica (Latinoamericana)

18 Pero no me atrevería a hablar de otra cosa fuera de lo que Cristo ha hecho valiéndose de mí para que los paganos reciban la fe: mis palabras y mis obras,

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Biblia Reina Valera 1960

18 Porque no osaría hablar sino de lo que Cristo ha hecho por medio de mí para la obediencia de los gentiles, con la palabra y con las obras,

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Biblia Nueva Traducción Viviente

18 Sin embargo, no me atrevo a jactarme de nada, salvo de lo que Cristo ha hecho por medio de mí al llevar a los gentiles a Dios a través de mi mensaje y de la manera en que he trabajado entre ellos.

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La Biblia Textual 3a Edicion

18 Pero no osaré hablar sino lo que el Mesías ha obrado por medio de mí para traer a obediencia a los gentiles, por palabra y por obra,

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Biblia Serafín de Ausejo 1975

18 Pues no me atrevería a hablar de nada, fuera de lo que Cristo, para obtener la obediencia de los gentiles, ha realizado, valiéndose de mí, de palabra y de hecho,

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Biblia Reina Valera Gómez (2023)

18 Porque no osaría hablar de alguna cosa que Cristo no haya hecho por mí, para hacer obedientes a los gentiles, con palabra y con obra,

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Romanos 15:18
28 ការដាក់ឲ្យឆ្លើយតបគ្នា  

Toda la asamblea guardó silencio y escucharon a Bernabé y a Pablo, que contaron las señales milagrosas y prodigios que Dios había realizado entre los paganos a través de ellos.


hemos recibido gracia y misión, para que en todos los pueblos no-judíos sea recibida la fe, para gloria de su nombre.


Pablo los saludó y fue contando detalladamente todas las cosas que Dios había realizado entre los paganos por su ministerio.


Pues de la misma manera que Dios hizo de Pedro el apóstol de los judíos, hizo también de mí el apóstol de los paganos.


Viento y nube sin lluvia, así es el jactancioso con sus promesas ilusorias.


El les dará el consuelo interior y los hará progresar en todo bien de palabra o de obra.


y que acaba de ser llevado a la luz mediante los libros proféticos. Esta es decisión del Dios eterno, y todas las naciones tendrán que aceptar la fe.


El arcángel Miguel, cuando pleiteaba con el diablo disputándose el cuerpo de Moisés, no se atrevió a pronunciar contra él ninguna palabra de insulto, sino que sencillamente dijo: '¡Que el Señor te reprenda!'


Hijitos, no amemos con puras palabras y de labios para afuera, sino de verdad y con hechos.


Pongan por obra lo que dice la Palabra y no se conformen con oírla, pues se engañarían a sí mismos.


Por la fe Abrahán, llamado por Dios, obedeció la orden de salir para un país que recibiría en herencia, y partió sin saber adónde iba.


Y ahora, llegado a su perfección, es fuente de salvación eterna para todos los que le obedecen,


y todo lo que puedan decir o hacer, háganlo en el nombre del Señor Jesús, dando gracias a Dios Padre por medio de él.


Si quisiera gloriarme, no sería locura, pues diría la verdad. Pero me abstendré, para que nadie se forme de mí una idea superior a lo que ve u oye decir de mí.


El Dios y Padre de Jesús el Señor, ¡bendito sea por todos los siglos!, sabe que no miento.


Así, pues, demos gracias a Dios, porque antes tenían como dueño al pecado, pero han obedecido de todo corazón a esa doctrina a la cual se han entregado.


Muy por el contrario, empecé a predicar, primero a la gente de Damasco, luego en Jerusalén y en el país de los judíos, y por último en las naciones paganas. Y les pedía que se arrepintieran y se convirtieran a Dios, mostrando en adelante los frutos de una verdadera conversión.


Al llegar a Jerusalén fueron recibidos por la Iglesia, por los apóstoles y los presbíteros, y les expusieron todo lo que Dios había hecho por medio de ellos.


A su llegada reunieron a la Iglesia y les contaron todo lo que Dios había hecho por medio de ellos y cómo había abierto las puertas de la fe a los pueblos paganos.


Ellos, por su parte, salieron a predicar en todos los lugares. El Señor actuaba con ellos y confirmaba el mensaje con los milagros que lo acompañaban.


Somos, pues, los ayudantes de Dios, y ahora les suplicamos que no hagan inútil la gracia de Dios que han recibido.


¿Cómo podríamos atribuirnos algo a nosotros mismos? Nuestra capacidad nos viene de Dios.


El que recibió cinco talentos negoció en seguida con el dinero y ganó otros cinco.


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