8 Efraím monta guardia ante mi Dios y el profeta trata de impedir que el enemigo llegue de sorpresa, anunciando el ataque contra el templo de sus ídolos.
8 El profeta es un centinela sobre Israel para mi Dios, sin embargo, dondequiera que va le tienden trampas. Hasta en la casa de Dios enfrenta hostilidad.
Escuchen esto, sacerdotes; estén atentos, jefes de Israel; presten atención los de la casa del rey, pues esta sentencia es para ustedes:
Han sido como un lazo de cazador en Mispá y como una red tendida en el Tabor. Yo los voy a castigar a todos porque se han hundido hasta el cuello en la corrupción.
Hijo de hombre, te he puesto como un vigía para la casa de Israel: si oyes una palabra que salga de mi boca, inmediatamente se lo advertirás de mi parte.
Su bondad es la del cardo, su honradez peor que una hilera de espinos. ¡Pobres de ellos! Ahora viene el juicio, el día de su castigo, y ahora no saben qué hacer.
Sobre tus murallas, Jerusalén, he puesto centinelas
para que estén alerta día y noche.
Ustedes, que deben recordárselo a Yavé,
no se queden allí parados,
Obedezcan a sus dirigentes y estén sumisos, pues ellos se desvelan por sus almas, de las cuales deberán rendir cuenta. Ojalá esto sea para ellos motivo de alegría y no un peso, pues no les traería a ustedes ventaja de ninguna clase.
Si yo no hubiera hecho en medio de ellos obras que nadie hizo jamás, no serían culpables de pecado; pero las han visto y me han odiado a mí y a mi Padre.
A ti, hijo de hombre, te he puesto como centinela para la casa de Israel, apenas oigas que una palabra sale de mi boca, tendrás que advertírselo de mi parte.
Tus profetas anunciaron para ti
falsedad y tonterías.
No te descubrieron tu culpa
para ahorrarte el cautiverio.
Tuvieron para ti presagios
de falsedad y de ilusión.
Yo exclamé: ¡Señor Yavé! Mira cómo los profetas andan diciendo: 'Ustedes no verán la espada, ni sufrirán de hambre, sino que les voy a dar una paz que dure, en este lugar.
y sucedió que unas personas que llevaban a enterrar a un difunto, divisaron a una de esas bandas. Depositaron entonces al muerto en la tumba de Eliseo y se pusieron a salvo. Cuando el hombre tocó los huesos de Eliseo, revivió e inmediatamente se puso de pie.
el oficial había comentado al hombre de Dios: '¡Aunque Yavé abriera las ventanas del cielo, eso no sucederá!' Y Eliseo le había contestado: '¡Muy bien, lo verás con tus ojos, pero no lo comerás!'
El oficial en cuyo brazo se apoyaba el rey dijo al hombre de Dios: '¡Aunque Yavé abriera las ventanas del cielo, eso no ocurriría!' Eliseo le dijo: 'Muy bien, tú lo verás con tus ojos, pero no comerás!'
¡Pero también tienes la lepra de Naamán, la que se te pegará a ti y a tu familia para siempre!'
Y Guejazí se alejó de su presencia con una lepra blanca como la nieve.
Pero el sirviente le dijo: 'No me alcanza para repartírselo a cien personas'. Replicó: 'Dáselos y que coman, porque esto dice Yavé: Comerán y sobrará'.
tomó el manto de Elías y golpeó el agua con él, pero ésta no se dividió. Entonces dijo: '¿Dónde etá el Dios de Elías, dónde?' Y como volviera a golpear el agua, ésta se dividió en dos, y Eliseo atravesó.
Respondió: Iré y me haré espíritu de mentira en la boca de todos sus profetas. Entonces le dijo Yavé: Tú lograrás engañarlo: anda y haz como lo has dicho.
Sedecías, hijo de Quenaana, se había hecho unos cuernos de fierro y decía: 'Esto dice Yavé: Te los doy para que acabes hasta con el último de los arameos'.
El rey de Israel reunió a los profetas, eran cerca de cuatrocientos, y les dijo: '¿Debo atacar a Ramot de Galaad o debo renunciar a ello?' Le respondieron: 'Dirígete allá, que el Señor la pondrá en manos del rey'.
Anda pues a reunir a Israel; que vengan conmigo al monte Carmelo, y con ellos los cuatrocientos cincuenta profetas de Baal que comen de la mesa de Jezabel'.
Mucho tiempo después -hacía ya tres años- fue dirigida la palabra de Dios a Elías: 'Vete y preséntate a Ajab, pues haré caer la lluvia sobre la tierra'.
Elías, que era de Tisbé de Galaad, fue a decir a Ajab: 'Tan cierto como que vive Yavé, Dios de Israel, a quien sirvo, que no habrá estos años ni rocío ni lluvia, a menos que yo lo ordene'.
Nadie sabe cuándo vendrá su hora: a los hijos de Adán los sorprende la desgracia como al pez que queda preso en la red o como el pájaro sobre el cual cae la trampa.
Ha llegado la hora de rendir cuentas; ha llegado la hora del desquite: ¡que todo Israel lo sepa! Los profetas serán como locos y los inspirados ya no sabrán qué decir, pues, así como fue grande tu pecado, enorme será tu desastre.
¡Y yo que no tenía más sospecha que el cordero al que llevan tranquilo para matarlo! No sabía lo que estaban tramando para perderme: 'Hagámosle tragar unas buenas pruebas, hasta que desaparezca de entre los vivos, y nadie se acordará más de su nombre.