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Números 13:33 - Biblia Católica (Latinoamericana)

33 Si hasta vimos gigantes. A su lado teníamos la impresión de que éramos langostas y así nos veían ellos.

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Biblia Reina Valera 1960

33 También vimos allí gigantes, hijos de Anac, raza de los gigantes, y éramos nosotros, a nuestro parecer, como langostas; y así les parecíamos a ellos.

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Biblia Nueva Traducción Viviente

33 Hasta había gigantes, los descendientes de Anac. ¡Al lado de ellos nos sentíamos como saltamontes y así nos miraban ellos!».

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La Biblia Textual 3a Edicion

33 También vimos allí a los nefileos,° descendientes de Anac, raza de gigantes, y nos pareció que éramos como langostas ante sus ojos.

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Biblia Serafín de Ausejo 1975

33 También vimos allí gigantes -los hijos de Anac, descendientes de los gigantes-, y a su lado, nosotros nos sentíamos como langostas; y esto les parecíamos nosotros a ellos'.

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Biblia Reina Valera Gómez (2023)

33 También vimos allí gigantes, hijos de Anac, raza de los gigantes; y éramos nosotros, a nuestro parecer, como langostas; y así les parecíamos a ellos.

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Números 13:33
17 ការដាក់ឲ្យឆ្លើយតបគ្នា  

¿A dónde nos están llevando? Los mensajeros dicen que la gente de allá es más fuerte y más numerosa que nosotros; las ciudades son grandes y con murallas que llegan al cielo; incluso se han visto allí gigantes. Con esto se nos ha ido abajo el ánimo.


El vive más allá del techo de la tierra, desde allí sus habitantes parecen hormigas. Ha estirado los cielos como una tela, los ha extendido como una carpa para vivir.


En ese entonces había gigantes sobre la tierra, y también los hubo después, cuando los hijos de Dios se unieron a las hijas de los hombres y tuvieron hijos de ellas. Estos fueron los héroes de la antigüedad, hombres famosos.


El filisteo dio a David una mirada de desprecio, porque no era más que un muchacho, (David era rubio y de buena apariencia).


Es un pueblo grande, de alta estatura, los enaceos, que tú mismo has visto y de quienes se dice que nadie puede vencerlos.


Og, rey de Basán, era el último superviviente de la raza de los gigantes. En Rabba, ciudad de los amonitas, se muestra su cama de hierro, la cual tiene cuatro metros cincuenta de largo y dos de ancho.


Mató también a un egipcio que tenía cinco codos de altura; el egipcio tenía en su mano una lanza del tamaño de un enjullo de telar. Arremetió contra él con un palo, le arrebató la lanza que tenía en la mano, y con la misma lo mató.


(Antiguamente habitaban allí los emíos, pueblo grande, numeroso y de alta estatura, como los enaceos.


Subieron por el Negueb y llegaron a Hebrón, donde se encontraban Ahimán, Chechai y Talmai, de la raza de los anaquim. Hebrón había sido fundada siete años antes que la ciudad de Tanis, en Egipto.


Pero el pueblo que vive en ese país es muy poderoso. Las ciudades son muy grandes y fortificadas, hemos visto incluso a los descendientes de Enac.


Toda la comunidad se puso a lanzar gritos lastimeros, y el pueblo pasó toda la noche llorando.


En ese tiempo, Josué se devolvió para exterminar a los anaquim de la montaña, de Hebrón, de Debir, de Anab, en una palabra de toda la montaña de Judá y de toda la montaña de Israel: los condenó al anatema junto con sus ciudades.


Dame pues esa montaña de la que habló Yavé ese día. Tú mismo lo escuchaste entonces: allí están los anaquim en sus ciudades grandes y fortificadas, pero ¡ojalá que Yavé esté conmigo! Y los expulsaré como Yavé lo dijo.


Caleb expulsó de allí a los tres hijos de Anac.


Los israelitas, apenas lo vieron, empezaron a retroceder, llenos de miedo.


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