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Nehemías 9:37 - Biblia Católica (Latinoamericana)

37 Pues esos productos están ahora en manos de reyes que tú nos impusiste debido a nuestros pecados y que disponen a su antojo de nuestras personas y de nuestros rebaños. Y mientras tanto nuestra angustia sigue siendo grande.

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Biblia Reina Valera 1960

37 Y se multiplica su fruto para los reyes que has puesto sobre nosotros por nuestros pecados, quienes se enseñorean sobre nuestros cuerpos, y sobre nuestros ganados, conforme a su voluntad, y estamos en grande angustia.

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Biblia Nueva Traducción Viviente

37 Los abundantes productos agrícolas de esta tierra se amontonan en las manos de los reyes que has puesto sobre nosotros por causa de nuestros pecados. Ellos ejercen su poder sobre nosotros y nuestros animales. Les servimos según su antojo, y pasamos por mucho sufrimiento».

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La Biblia Textual 3a Edicion

37 pues a causa de nuestros pecados, su cosecha se multiplica para los reyes que impusiste sobre nosotros, quienes se enseñorean sobre nuestros cuerpos y sobre nuestras bestias conforme a su voluntad, y estamos en gran aflicción.

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Biblia Serafín de Ausejo 1975

37 Sus abundantes frutos son para los reyes que tú nos impusiste por nuestros pecados; a su antojo disponen de nuestras personas y de nuestros ganados. ¡En qué gran angustia nos hallamos!'.

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Biblia Reina Valera Gómez (2023)

37 Y se multiplica su fruto para los reyes que tú has puesto sobre nosotros por causa de nuestro pecado. Y ellos se enseñorean sobre nuestros cuerpos y sobre nuestro ganado, como les place, y estamos en grande angustia.

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Nehemías 9:37
11 ការដាក់ឲ្យឆ្លើយតបគ្នា  

El fruto de tus campos, todos tus esfuerzos, los comerá un pueblo que no conoces y tú no serás más que un explotado y oprimido toda la vida.


servirás con hambre, sed, falta de ropa y toda clase de miseria a los enemigos que Yavé enviará contra ti. Ellos pondrán sobre tu cuello un yugo de hierro hasta que te destruyan del todo.


Además les comunicamos esto: No cobrarán tasa, ni impuesto ni peaje a los sacerdotes, a los levitas, a los cantores, a los porteros y a los sirvientes, en una palabra, a todos los que aseguran el servicio de ese Templo de Dios.


Le respondieron: 'Somos descendientes de Abrahán y nunca hemos sido esclavos de nadie. ¿Por qué dices: 'Ustedes serán libres'?'


y les dije: 'En la medida de nuestras posibilidades hemos rescatado a nuestros hermanos judíos que habían sido vendidos en medio de las naciones, pero ahora ustedes venden a sus hermanos o los compran'. Todos estaban callados, nadie replicaba.


Estas son mis órdenes para esa reconstrucción del Templo de Dios que hacen los ancianos de los judíos: Ustedes cubrirán los gastos de esos hombres escrupulosa y regularmente con la parte de los impuestos de la provincia que deben al tesoro real.


Pero ha de saber el rey que si llegan a reconstruir la ciudad y levantan nuevamente sus murallas, no pagarán más tributos, impuestos ni peajes, y por último los reyes saldrán perdiendo.


Devorará las crías de tus ganados y los frutos de tus cosechas, para que así perezcas, pues no te dejará trigo, ni vino, ni aceite, ni las crías de tus vacas y de tus ovejas, hasta acabar contigo.


Plantarás una viña y la cultivarás, pero no beberás vino ni comerás uvas, porque los gusanos la roerán.


Me volveré contra ustedes y serán derrotados ante el enemigo; ustedes no resistirán a sus adversarios y huirán sin que nadie los persiga.


Con el yugo al cuello andamos acosados; estamos agotados, no nos dan respiro.


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