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Mateo 9:28 - Biblia Católica (Latinoamericana)

28 Cuando Jesús estuvo en casa, los ciegos se le acercaron, y Jesús les preguntó: '¿Creen que puedo hacer esto?' Contestaron: 'Sí, Señor.

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Biblia Reina Valera 1960

28 Y llegado a la casa, vinieron a él los ciegos; y Jesús les dijo: ¿Creéis que puedo hacer esto? Ellos dijeron: Sí, Señor.

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Biblia Nueva Traducción Viviente

28 Entraron directamente a la casa donde Jesús se hospedaba, y él les preguntó: —¿Creen que puedo darles la vista? —Sí, Señor —le dijeron—, lo creemos.

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La Biblia Textual 3a Edicion

28 Y llegando a la casa, acudieron a Él los ciegos. Jesús les dice: ¿Creéis que puedo hacer esto? Le respondieron: Sí, Señor.

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Biblia Serafín de Ausejo 1975

28 Llegado a la casa, se le acercaron los ciegos y Jesús les dijo: '¿Creéis que yo puedo hacer esto?'. Ellos le responden: 'Sí, Señor'.

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Biblia Reina Valera Gómez (2023)

28 Y llegado a casa, los ciegos vinieron a Él; y Jesús les dijo: ¿Creéis que puedo hacer esto? Ellos le dijeron: Sí, Señor.

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Mateo 9:28
14 ការដាក់ឲ្យឆ្លើយតបគ្នា  

Jesús se dio vuelta y, al verla, le dijo: 'Animo, hija; tu fe te ha salvado. Y desde aquel momento, la mujer quedó sana.


Un leproso se acercó, se arrodilló delante de él y le dijo: 'Señor, si tú quieres, puedes limpiarme.


Jesús le respondió: '¿No te he dicho que si crees verás la gloria de Dios?'


El que vive, el que cree en mí, no morirá para siempre. ¿Crees esto?'


Y como no creían en él, no hizo allí muchos milagros.


Jesús fue a casa de Pedro; allí encontró a la suegra de éste en cama, con fiebre.


Después Jesús despidió a la gente y se fue a casa. Los discípulos se le acercaron y le dijeron: 'Explícanos la parábola de las malas hierbas sembradas en el campo.


Al retirarse Jesús de allí, lo siguieron dos ciegos que gritaban: '¡Hijo de David, ten compasión de nosotros!'


Entonces Jesús les tocó los ojos, diciendo: 'Hágase así, tal como han creído'. Y sus ojos vieron.


Ese día Jesús salió de casa y fue a sentarse a orillas del lago.


Un día, como escuchaba el discurso de Pablo, éste fijó en él su mirada y vio que aquel hombre tenía fe para ser sanado.


La harina del tiesto no se acabó y el aceite del cántaro no se terminó, según la palabra que Yavé había dicho por boca de Elías.


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