Fueron a la prisión acompañados por un grupo de amigos de Pablo y les pidieron que se marcharan, diciéndoles: '¡Cómo íbamos a pensar que ustedes fueran muy buena gente!' Y cuando Pablo y Silas estaban para irse, les rogaron: 'Ahora que se van libres, por favor, no nos creen problemas por haberles hablado duramente'.
Entonces ella dijo a Elías: '¿Por qué te has metido en mi vida, hombre de Dios? ¿Has venido a mi casa para poner delante de Dios todas mis faltas y para hacer morir a mi hijo?'
Al ver a Jesús se puso a gritar y se echó a sus pies. Le decía a voces: '¿Qué quieres conmigo, Jesús, hijo del Dios Altísimo? Te lo ruego, no me atormentes.