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Levítico 17:11 - Biblia Católica (Latinoamericana)

11 Porque el alma de todo ser viviente está en su sangre, y yo les di la sangre para que la lleven al altar para el rescate de sus almas, pues esta sangre paga la deuda del alma.

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Biblia Reina Valera 1960

11 Porque la vida de la carne en la sangre está, y yo os la he dado para hacer expiación sobre el altar por vuestras almas; y la misma sangre hará expiación de la persona.

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Biblia Nueva Traducción Viviente

11 porque la vida del cuerpo está en la sangre. Les he dado la sangre sobre el altar con el fin de purificarlos, para hacerlos justos ante el Señor. Es la sangre, dada a cambio de una vida, la que hace posible la purificación.

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La Biblia Textual 3a Edicion

11 Porque la vida de la carne está en la sangre, y Yo os la he dado para hacer expiación sobre el altar por vuestras almas, porque es la sangre, en razón de la vida, la que hace expiación.°

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Biblia Serafín de Ausejo 1975

11 Porque la vida de la carne está en la sangre, y yo os he mandado ponerla sobre el altar para que expíe por vuestras vidas, pues es la sangre la que expía por la vida.

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Biblia Reina Valera Gómez (2023)

11 Porque la vida de la carne en la sangre está; y yo os la he dado para expiar vuestras almas sobre el altar: porque es la sangre lo que hace expiación por el alma.

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Levítico 17:11
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Además, según la Ley, la purificación de casi todo se ha de hacer con sangre, y sin derramamiento de sangre no se quita el pecado.


En cambio, si caminamos en la luz, lo mismo que él está en la luz, estamos en comunión unos con otros, y la sangre de Jesús, el Hijo de Dios, nos purifica de todo pecado.


Dios lo puso como la víctima cuya sangre nos consigue el perdón, y esto es obra de fe. Así demuestra Dios cómo nos hace justos, perdonando los pecados del pasado


y de parte de Cristo Jesús, el testigo fiel, el primer nacido de entre los muertos, el rey de los reyes de la tierra. El nos ama


Y les dijo: 'Esto es mi sangre, la sangre de la Alianza, que será derramada por una muchedumbre.


Lo único que no deben comer es la carne con su alma, es decir, con su sangre.


En él nos encontramos liberados y perdonados.


esto es mi sangre, la sangre de la Alianza, que es derramada por una muchedumbre, para el perdón de sus pecados.


Por eso mismo también Jesús salió de la ciudad santa para sufrir su pasión y purificar al pueblo con su propia sangre.


En él y por su sangre fuimos rescatados, y se nos dio el perdón de los pecados, fruto de su generosidad inmensa


Porque la sangre de todo ser viviente es su misma alma. Por eso mandé a los hijos de Israel: 'No comerán la sangre de ningún animal, pues la sangre es su alma misma. El que la coma será eliminado.


a los elegidos, a quienes Dios Padre conoció de antemano y santificó por el Espíritu para acoger la fe y ser purificados por la sangre de Cristo Jesús: ¡Que la gracia y la paz abunden entre ustedes!


y gracias a él fuera reconciliado con Dios, porque la sangre de su cruz ha restablecido la paz tanto sobre la tierra como en el mundo de arriba.


Con mucha más razón ahora nos salvará del castigo si, por su sangre, hemos sido hechos justos y santos.


Moisés lo sacrificó. Mojando sus dedos en la sangre, untó con ella las esquinas del altar, para consagrarlo. Después derramó el resto de la sangre al pie del altar; de esta manera lo consagró, haciendo por él la expiación.


El es la víctima por nuestros pecados, y no sólo por los nuestros, sino por los del mundo entero.


Hagan como el Hijo del Hombre, que no vino a ser servido, sino a servir y dar su vida como rescate por una muchedumbre.


Aarón presentará el novillo que trajo para el sacrificio por el pecado, haciendo la expiación por sí mismo y por los de su casa. Luego lo sacrificará.


Sacrificará el novillo delante de Yavé y los sacerdotes, hijos de Aarón, ofrecerán la sangre derramándola sobre el altar que está a la entrada de la Tienda de las Citas, y todo en derredor.


Por eso he dicho a los hijos de Israel: 'Ninguno de ustedes comerá sangre, ni tampoco el forastero que viva entre ustedes.


Es un sacrificio por el pecado. El sacerdote mojará su dedo en la sangre de la víctima y derramará la sangre al pie de este altar.


El sebo lo quemará encima, como se hace en los sacrificios de comunión. De esta forma el sacerdote hará la expiación por la persona y por su pecado, y será perdonada.


Cuidarás tan sólo de no comer la sangre, porque la sangre es la vida y no debes comer la vida con la carne.


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