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Lamentaciones 2:12 - Biblia Católica (Latinoamericana)

12 Ellos decían a sus madres: ¿Dónde hay pan?, mientras caían desfallecidos en las plazas de la ciudad y derramaban su alma en el regazo de sus madres.

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Biblia Reina Valera 1960

12 Decían a sus madres: ¿Dónde está el trigo y el vino? Desfallecían como heridos en las calles de la ciudad, Derramando sus almas en el regazo de sus madres.

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Biblia Nueva Traducción Viviente

12 Claman a sus madres: «¡Necesitamos comida y bebida!». Sus vidas se extinguen en las calles como la de un guerrero herido en la batalla; intentan respirar para mantenerse vivos mientras desfallecen en los brazos de sus madres.

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La Biblia Textual 3a Edicion

12 l Preguntan a sus madres: ¿Dónde hay pan° y vino? Mientras yacen como heridos en las calles de la ciudad, Mientras exhalan el alma en el regazo materno.

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Biblia Serafín de Ausejo 1975

12 Lámed. Decían a sus madres: '¿Dónde hay pan y vino?', mientras caían extenuados, heridos de muerte, en las plazas de la ciudad, exhalando su espíritu en el regazo de sus madres.

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Biblia Reina Valera Gómez (2023)

12 Decían a sus madres: ¿Dónde está el trigo y el vino? Desfallecían como heridos en las calles de la ciudad, derramando sus almas en el regazo de sus madres.

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Lamentaciones 2:12
9 ការដាក់ឲ្យឆ្លើយតបគ្នា  

Fortaleceré los brazos del rey de Babilonia y pondré en su mano la espada; asolará a Egipto y se marchará con el botín.


Por eso, le daré en herencia muchedumbres y lo contaré entre los grandes, porque se ha negado a sí mismo hasta la muerte y ha sido contado entre los pecadores, cuando llevaba sobre sí los pecados de muchos e intercedía por los pecadores.


Y ahora se va deshaciendo mi vida, los días de aflicción se han apoderado de mí.


Es un desahogo para mi alma, acordarme de aquel tiempo, en que iba con los nobles hasta la casa de Dios, entre vivas y cantos de la turba feliz.


Pueblo mío, confíen siempre en él, abran su corazón delante de él, Dios es nuestro refugio.


ellos comerán tu cosecha y tu pan, devorarán a tus hijos y a tus hijas, se comerán tus carneros y tus vacas, tus viñas y tus higos, destruirán tus plazas fuertes en las que tanto confías.


La lengua del niño de pecho se pega de sed al paladar; los niños piden pan, pero no hay quién lo reparta.


Has visto a tus hijos tirados, sin fuerzas, en las esquinas de las calles, como un antílope en una trampa, desmayados por el enojo de Yavé, por las amenazas de tu Dios.


Todo su pueblo gime y busca pan. Entregan sus joyas a cambio de comida, para conservar la vida. 'Mira, ¡oh Yavé!, y observa a qué humillación he llegado.


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