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Lamentaciones 1:20 - Biblia Católica (Latinoamericana)

20 Mira, Yavé, que estoy en angustias, me hierven las entrañas. Dentro se me retuerce el corazón, porque he sido muy rebelde. Afuera la espada acaba con los hijos, y dentro de la ciudad, la muerte.

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Biblia Reina Valera 1960

20 Mira, oh Jehová, estoy atribulada, mis entrañas hierven. Mi corazón se trastorna dentro de mí, porque me rebelé en gran manera. Por fuera hizo estragos la espada; por dentro señoreó la muerte.

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Biblia Nueva Traducción Viviente

20 »¡Señor, mira mi angustia! Mi corazón está quebrantado y mi alma desespera porque me rebelé contra ti. En las calles la espada mata, y en casa solo hay muerte.

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La Biblia Textual 3a Edicion

20 r Mira, oh YHVH, que estoy angustiado, mis entrañas se conmueven, Mi corazón se revuelve dentro de mí, Pues he sido rebelde en gran manera.° Por fuera la espada privó de hijos, por dentro se enseñoreó la muerte.

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Biblia Serafín de Ausejo 1975

20 Res. ¡Mira, Yahveh, cuán angustiada estoy! Me hierven las entrañas, mi corazón se retuerce en mi interior, porque he sido muy rebelde. Por fuera hace estragos la espada, por dentro es como la muerte.

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Biblia Reina Valera Gómez (2023)

20 Mira, oh Jehová, que estoy atribulada; mis entrañas hierven, mi corazón se revuelve dentro de mí; porque me rebelé en gran manera; de fuera la espada priva de hijos, en casa señorea la muerte.

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Lamentaciones 1:20
32 ការដាក់ឲ្យឆ្លើយតបគ្នា  

Mis ojos se agotan de llorar y arden mis entrañas, mi hígado se derrama por tierra por el desastre de la Hija de mi pueblo, mientras desfallecen niños y lactantes en las plazas de la ciudad.


La espada aguarda al que sale afuera. El que está en el campo morirá a espada, el que está en la ciudad será presa del hambre y de la peste.


Por eso, mis entrañas se conmueven por Moab, como una cítara, y mi corazón por Quir-Jerés.


Por fuera la espada hará estragos y dentro reinará el espanto. Caerán sobre el joven y la doncella, el niño de pecho y el viejo encanecido.


¡Ay, qué dolores en todo mi interior, me duele el corazón! Me palpita tan fuerte que no puedo callarme. ¿No oyes, alma mía, el toque del clarín y el estruendo de la guerra?


Mis entrañas se agitan sin descanso, porque me vinieron al encuentro días de aflicción.


Al oírlo, mi corazón palpita, al sentirlo, mis labios se estremecen, se corrompe la médula en mis huesos, y temblequean mis piernas. Espero, sin embargo, el día amargo que sobrevendrá al pueblo opresor.


¿Cómo voy a dejarte abandonado, Efraím? ¿Cómo no te voy a rescatar, Israel? ¿Será posible que te abandone como a Adma o que te trate igual que a Seboím? Mi corazón se conmueve y se remueven mis entrañas.


Es justo Yavé, porque fui rebelde a sus órdenes. Escuchen, pues, pueblos todos, y miren mi dolor. Mis vírgenes y mis jóvenes han ido al cautiverio.


Todo su pueblo gime y busca pan. Entregan sus joyas a cambio de comida, para conservar la vida. 'Mira, ¡oh Yavé!, y observa a qué humillación he llegado.


Su impureza manchaba su vestido, pero no pensaba que tendría este fin. ¡Se hundió profundamente! ¡Nadie la consuela! ¡Mira, oh Yavé, mi dolor, ¡cómo se pone orgulloso el enemigo!


Mi corazón gime por Moab como una flauta; mi corazón gime por la gente de Quir-Jerés como una flauta, porque todas las riquezas que habían acumulado se han perdido.


¿No es Efraím para mí un hijo predilecto, o un niño mimado, para que después de cada amenaza deba siempre pensar en él, y por él se conmuevan mis entrañas y se desborde mi ternura?, palabra de Yavé.


Si salgo al campo, veo personas atravesadas por la espada; si me vuelvo a la ciudad, encuentro a la gente torturada por el hambre. Y por más que se muevan los profetas y los sacerdotes, no encuentran la razón de esto.


Unicamente reconoce que eres culpable, que has traicionado a Yavé, tu Dios; has vendido tu amor a los extranjeros y no has escuchado mi voz.


Sin embargo, dices: 'Soy inocente ¿por qué no se aparta de mí la ira de Yavé?' Pues bien, aquí te voy a rebatir: Sí, tú pecaste.


Pío como la golondrina, gimo como la paloma; mis ojos han mirado hacia arriba: Señor, ten piedad de mí, responde tú por mí.


Ocultar sus faltas no conduce a nada, el que las reconoce y renuncia a ellas se hace perdonar.


Yo soy como el arroyo que se escurre; todos mis huesos se han descoyuntado; mi corazón se ha vuelto como cera, dentro mis entrañas se derriten.


Luego publica lo sucedido y dice entre los hombres: 'Había yo pecado y torcido el derecho, pero Dios no me ha tratado según mi culpa,


Estoy paralizado y hecho pedazos, quisiera que mis quejas fueran rugidos.


Reconocemos, Yavé, nuestra maldad, la deuda de nuestros padres y que hemos pecado contra ti.


Gravemente pecó Jerusalén y se hizo impura. Los que la alababan, la desprecian, porque la vieron desnuda. Y ella gime y esconde el rostro.


Pecamos, cometimos injusticias, fuimos infieles, nos rebelamos; nos apartamos de tus mandamientos y de tus leyes.


Cayó la corona de nuestra cabeza. ¡Pobres de nosotros, que pecamos!


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