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Lamentaciones 1:11 - Biblia Católica (Latinoamericana)

11 Todo su pueblo gime y busca pan. Entregan sus joyas a cambio de comida, para conservar la vida. 'Mira, ¡oh Yavé!, y observa a qué humillación he llegado.

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Biblia Reina Valera 1960

11 Todo su pueblo buscó su pan suspirando; Dieron por la comida todas sus cosas preciosas, para entretener la vida. Mira, oh Jehová, y ve que estoy abatida.

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Biblia Nueva Traducción Viviente

11 Su pueblo gime en busca de pan; vendieron sus tesoros para comprar comida y mantenerse con vida. «Oh Señor, mira —se lamenta— y observa cómo me desprecian.

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La Biblia Textual 3a Edicion

11 k Todo su pueblo entre gemidos, anda pidiendo pan, Cambian sus tesoros por comida, para recobrar la fuerza.° ¡Mira, oh YHVH, y contempla cómo estoy envilecida!

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Biblia Serafín de Ausejo 1975

11 Kaf. Todo su pueblo gime buscando pan; dan sus joyas a cambio de alimento para conservar la vida. Mira, Yahveh, y observa cuán abatida estoy.

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Biblia Reina Valera Gómez (2023)

11 Todo su pueblo suspira buscando su pan; han dado por la comida todas sus cosas preciosas, para reanimar su alma. Mira, oh Jehová, y ve que estoy abatida.

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Lamentaciones 1:11
20 ការដាក់ឲ្យឆ្លើយតបគ្នា  

El día nueve del cuarto mes, cuando el hambre reinaba en la ciudad y la población no tenía ya nada más que comer,


¡Oh, mi señor!, esos hombres han procedido muy mal con el profeta Jeremías. Lo han echado en el pozo, donde va a morir.


Ellos decían a sus madres: ¿Dónde hay pan?, mientras caían desfallecidos en las plazas de la ciudad y derramaban su alma en el regazo de sus madres.


Mira, Yavé, y piensa: ¿a quién has tratado así? Las madres tuvieron que comer a sus hijos, a sus niños de pecho. Fueron asesinados en el santuario de Yavé sacerdote y profeta.


Su impureza manchaba su vestido, pero no pensaba que tendría este fin. ¡Se hundió profundamente! ¡Nadie la consuela! ¡Mira, oh Yavé, mi dolor, ¡cómo se pone orgulloso el enemigo!


Les haré comer la carne de sus hijos e hijas, y se devorarán entre ellos, en medio del angustioso asedio y de la miseria a que los reducirán sus enemigos, que quieren quitarles la vida.


Hablé con ligereza, ¿qué te contestaré? Prefiero ponerme la mano ante la boca.


Grande fue el hambre en Samaría; era tal la situación que la cabeza de un burro valía ochenta piezas de plata y un puñado de garbanzos, cinco.


Entonces Yavé me dijo: 'Si vuelves a mí, yo te haré volver a mi servicio. Separa el oro de la escoria si quieres ser mi propia boca. Tendrán que volver a ti, pero tú no volverás a ellos.


Gravemente pecó Jerusalén y se hizo impura. Los que la alababan, la desprecian, porque la vieron desnuda. Y ella gime y esconde el rostro.


Somos una vergüenza ante nuestros vecinos, objeto de risa y burla a nuestro derredor.


Mis ojos se agotan de llorar y arden mis entrañas, mi hígado se derrama por tierra por el desastre de la Hija de mi pueblo, mientras desfallecen niños y lactantes en las plazas de la ciudad.


Yavé, acuérdate de lo que nos ha pasado, mira y ve nuestra humillación.


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