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Jueces 20:41 - Biblia Católica (Latinoamericana)

41 Los hombres de Israel atacaron y cundió el pánico entre los benjaminitas; comprendieron que les había caído encima la desgracia.

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Biblia Reina Valera 1960

41 Entonces se volvieron los hombres de Israel, y los de Benjamín se llenaron de temor, porque vieron que el desastre había venido sobre ellos.

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Biblia Nueva Traducción Viviente

41 los hombres de Israel giraron y los atacaron. En ese instante, los hombres de Benjamín se aterrorizaron, porque se dieron cuenta de que se les venía el desastre encima.

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La Biblia Textual 3a Edicion

41 Entonces los hombres de Israel se volvieron, en tanto que los de Benjamín se consternaron, pues veían que la catástrofe había caído sobre ellos.

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Biblia Serafín de Ausejo 1975

41 Entonces los hombres de Israel dieron la vuelta y los benjaminitas fueron presa del pánico, al ver que el desastre se les venía encima.

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Biblia Reina Valera Gómez (2023)

41 Entonces se volvieron los hombres de Israel, y los de Benjamín se llenaron de temor porque vieron que el mal había venido sobre ellos.

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Jueces 20:41
14 ការដាក់ឲ្យឆ្លើយតបគ្នា  

Esos hombres son como animales irracionales, que vienen a la vida para ser capturados y muertos. Después de haber injuriado lo que no pueden entender, terminarán como animales


Cuando todos se sientan en paz y seguridad, les caerá de repente la catástrofe encima, lo mismo que llegan los dolores de parto a la mujer embarazada, y nadie podrá escapar.


La gente se morirá de espanto con sólo pensar en lo que va a caer sobre la humanidad, porque las fuerzas del universo serán sacudidas.


En Sión, los pecadores se han espantado y los impíos han sido presa del pánico: '¿Quién de nosotros podrá resistir ese fuego devorador, quién convivirá con llamas que nunca se apagan?'


El que hace el mal quedará atrapado en el mal que hizo, se verá atado por sus propios pecados.


La honradez les abre un camino recto a los hombres íntegros; los malvados se pierden en el de su maldad.


Los hombres buenos se salvan debido a su justicia, pero los impíos son presa de su propia ambición.


El pecado del malvado le prepara una trampa, mientras que el justo corre y le va bien.


Al darse vuelta, los hombres de Aí vieron el humo que subía desde la ciudad al cielo. No sabían por dónde escapar, porque el pueblo que hasta ese momento huía al desierto, se volvía ahora contra ellos y los perseguía.


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