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Juan 19:11 - Biblia Católica (Latinoamericana)

11 Jesús respondió: 'No tendrías ningún poder sobre mí si no lo hubieras recibido de lo alto. Por esta razón, el que me ha entregado a ti tiene mayor pecado que tú.

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Biblia Reina Valera 1960

11 Respondió Jesús: Ninguna autoridad tendrías contra mí, si no te fuese dada de arriba; por tanto, el que a ti me ha entregado, mayor pecado tiene.

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Biblia Nueva Traducción Viviente

11 Entonces Jesús le dijo: —No tendrías ningún poder sobre mí si no te lo hubieran dado desde lo alto. Así que el que me entregó en tus manos es el que tiene el mayor pecado.

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La Biblia Textual 3a Edicion

11 Jesús le respondió: Ninguna autoridad tendrías sobre mí, si no te hubiera sido dada de arriba; por esto, el que me entregó a ti° tiene mayor pecado.

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Biblia Serafín de Ausejo 1975

11 Respondió Jesús: 'Ninguna autoridad tendrías sobre mí, si no te la hubieran dado de lo alto. Por eso, el que me ha entregado a ti tiene mayor pecado'.

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Biblia Reina Valera Gómez (2023)

11 Respondió Jesús: Ninguna potestad tendrías contra mí, si no te fuese dada de arriba; por tanto, el que a ti me ha entregado, mayor pecado tiene.

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Juan 19:11
37 ការដាក់ឲ្យឆ្លើយតបគ្នា  

Cada uno en esta vida debe someterse a las autoridades. Pues no hay autoridad que no venga de Dios, y los cargos públicos existen por voluntad de Dios.


Juan respondió: 'Nadie puede atribuirse más de lo que el Cielo le quiere dar.


Ustedes, sin embargo, lo entregaron a los paganos para ser crucificado y morir en la cruz, y con esto se cumplió el plan que Dios tenía dispuesto.


Viste un árbol que crecía y que se hacía tan importante que su copa tocaba los cielos y que se lo veía desde toda la tierra.


Pero no; es el Dios de Abraham, de Isaac y de Jacob, el Dios de nuestros padres, el que acaba de glorificar a su siervo Jesús. Ustedes lo entregaron y, cuando Pilato decidió dejarlo en libertad, renegaron de él.


Los judíos hubieran querido llevarlo preso, pero nadie le puso las manos encima porque todavía no había llegado su hora.


son las cosas buenas y los dones perfectos los que proceden de lo alto y descienden del Padre que es luz; allí no retornan las noches ni pasan las sombras.


Al rey Nabucodonosor le ocurrió todo eso.


y no nos dejes caer en la tentación, sino líbranos del Maligno.


El que sabe, pues, lo que es correcto y no lo hace, está en pecado.


Todo viene de él, por él acontece y volverá a él. A él sea la gloria por siempre. ¡Amén!


Pero solamente consiguieron lo que tú habías decidido y llevabas a efecto.


Luego lo ataron y lo llevaron para entregárselo a Pilato, el gobernador.


Una vez Dios habló, dos cosas yo entendí: Que de Dios es la fuerza,


El traidor les había dado esta señal: 'Al que yo dé un beso, ése es; deténganlo y llévenlo bien custodiado.


Fue expulsado de entre los hombres porque su espíritu se transformó en el de un animal; vivía con los burros salvajes, se alimentaba de pasto como el buey, y su cuerpo era mojado por el rocío del cielo. Eso duró hasta el día en que reconoció que el Dios Altísimo es el dueño de las realezas humanas y que llama a quien quiera.


Para él todos los habitantes de la tierra son como la nada, hace lo que quiere con los ejércitos de los cielos y con los habitantes de la tierra; nadie puede oponerse a su poder ni decirle: ¿Qué haces?'


Judas hizo de guía a los soldados romanos y a los guardias enviados por los jefes de los sacerdotes y los fariseos, que llegaron allí con linternas, antorchas y armas.


Jesús les contestó: 'Si fueran ciegos, no tendrían pecado. Pero ustedes dicen: 'Vemos', y ésa es la prueba de su pecado.


¿Por qué no me detuvieron cuando día tras día estaba entre ustedes en el Templo? Pero ahora reinan las tinieblas, y es la hora de ustedes.


¿Quién habló y realizó? ¿No es el Señor el que decidió?


Entonces el sumo sacerdote se rasgó las ropas, diciendo: '¡Ha blasfemado! ¿Para qué necesitamos más testigos? Ustedes mismos acaban de oír estas palabras blasfemas.


Me callo, no hablaré más, pues tú así lo dispusiste.


Tuya, oh Yavé, es la grandeza, la fuerza, la magnificencia, la duración y la gloria; pues tuyo es cuanto hay en el cielo y en la tierra.


y lo llevaron primero a casa de Anás. Este Anás era suegro de Caifás, sumo sacerdote aquel año.


Entonces Pilato le dijo: '¿No me quieres hablar a mí? ¿No sabes que tengo poder tanto para dejarte libre como para crucificarte?'


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