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Juan 18:1 - Biblia Católica (Latinoamericana)

1 Cuando terminó de hablar, Jesús pasó con sus discípulos al otro lado del torrente Cedrón. Había allí un huerto, y Jesús entró en él con sus discípulos.

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Biblia Reina Valera 1960

1 Habiendo dicho Jesús estas cosas, salió con sus discípulos al otro lado del torrente de Cedrón, donde había un huerto, en el cual entró con sus discípulos.

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Biblia Nueva Traducción Viviente

1 Después de decir esas cosas, Jesús cruzó el valle de Cedrón con sus discípulos y entró en un huerto de olivos.

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La Biblia Textual 3a Edicion

1 Después de decir estas cosas, Jesús salió con sus discípulos al otro lado del arroyo invernal de Cedrón, donde había un huerto, en el cual entró Él y sus discípulos.

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Biblia Serafín de Ausejo 1975

1 Dicho esto, salió Jesús con sus discípulos al otro lado del torrente Cedrón, donde había un huerto, en el cual entró él con sus discípulos.

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Biblia Reina Valera Gómez (2023)

1 Cuando Jesús hubo dicho estas palabras, salió con sus discípulos al otro lado del arroyo de Cedrón, donde había un huerto, en el cual Él entró, y sus discípulos.

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Juan 18:1
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Llegaron a un lugar llamado Getsemaní, y Jesús dijo a sus discípulos: 'Siéntense aquí mientras voy a orar.


Llegó Jesús con ellos a un lugar llamado Getsemaní, y dijo a sus discípulos: 'Siéntense aquí, mientras yo voy más allá a orar.


El pueblo iba pasando y todos lloraban a gritos. El rey atravesó el torrente del Cedrón y toda la gente pasó al este del camino que pasa por el desierto.


Entonces uno de los servidores del sumo sacerdote, pariente del hombre al que Pedro le había cortado la oreja, le dijo: '¿No te vi yo con él en el huerto?'


pero con esto sabrá el mundo que yo amo al Padre y que hago lo que el Padre me ha encomendado hacer. Ahora levántense y vayámonos de aquí.


Y todo el valle de los muertos y de la ceniza, y los campos que limitan con el torrente de Cedrón hasta la esquina de la Puerta de los Caballos, al este, serán consagrados a Yavé. ¡Ya no volverán a ser destruidos ni declarados malditos!


Se levantaron y quitaron los altares que había en Jerusalén, quitaron también todos los altares en que se quemaba incienso y los arrojaron al torrente Cedrón.


El rey Asá llegó a quitar a Maacá, su madre, el título de Gran Dama, porque había hecho un Horror para Aserá. Asá destruyó este Horror, lo hizo pedazos y lo quemó en el torrente Cedrón.


El rey derribó también y redujo a polvo los altares que habían sido instalado por los reyes de Judá en la terraza del segundo piso de Ajaz, y los altares que había puesto Manasés en los dos patios de la casa de Yavé. Tiró el polvo al torrente del Cedrón.


Sacó de la casa de Yavé la Asera, la botó fuera de Jerusalén en el valle del Cedrón, y allí la mandó quemar y reducirla a cenizas, después tiró sus cenizas a la fosa común.


Incluso quitó a su abuela Maaca la dignidad de Gran Dama, porque ella había hecho un ídolo vergonzoso en honor de Astarté; Azá derribó ese ídolo vergonzoso y lo quemó en el valle del Cedrón.


Y así fue como Dios lo expulsó del jardín del Edén para que trabajara la tierra de la que había sido formado.


Después de cantar los himnos se dirigieron al monte de los Olivos.


Después de cantar los salmos, partieron para el monte de los Olivos.


Yavé Dios tomó al hombre y lo puso en el jardín del Edén para que lo cultivara y lo cuidara.


El día en que salgas y atravieses el torrente del Cedrón, ten por seguro que morirás, y tú serás responsable de tu propia muerte'.


El rey ordenó al sumo sacerdote Helquías, al sacerdote que lo seguía en jerarquía y a los guardias de la puerta que echaran fuera de la casa de Yavé todos los objetos que habían sido hechos para Baal, para Asera y para todo el ejército de los cielos. Mandó quemarlos fuera de Jerusalén en una hogueraa en el Cedrón y las cenizas las llevaron a Betel.


Los sacerdotes entraron en el interior de la Casa de Yavé para purificarla, y sacaron de la Casa de Yavé al patio todas las impurezas que encontraron en el santuario de Yavé. Los levitas, por su parte, las amontonaron para llevarlas fuera, al torrente Cedrón.


Entonces me devolví subiendo de noche a lo largo de la quebrada; examinaba a cada rato la muralla y después di media vuelta y me devolví pasando por la Puerta del Valle.


Se acercó a nosotros, tomó el cinturón de Pablo, se ató con él de pies y manos y dijo: 'Esto dice el Espíritu Santo: Así atarán los judíos al dueño de este cinturón y lo entregarán en manos de los extranjeros.


La partirás en trozos y le echarás aceite, pues es una ofrenda.


¡Levántense, vámonos!, ya viene el que me va a entregar.


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