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Juan 12:38 - Biblia Católica (Latinoamericana)

38 Tenía que cumplirse lo dicho por el profeta Isaías: Señor, ¿quién ha dado crédito a nuestras palabras? ¿A quién fueron revelados los caminos del Señor?

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Biblia Reina Valera 1960

38 para que se cumpliese la palabra del profeta Isaías, que dijo: Señor, ¿quién ha creído a nuestro anuncio? ¿Y a quién se ha revelado el brazo del Señor?

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Biblia Nueva Traducción Viviente

38 Eso era precisamente lo que el profeta Isaías había predicho: «Señor, ¿quién ha creído nuestro mensaje? ¿A quién ha revelado el Señor su brazo poderoso?».

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La Biblia Textual 3a Edicion

38 para que se cumpliera la palabra del profeta Isaías, que dijo: Señor, ¿quién ha creído a nuestro anuncio? ¿Y a quién fue revelado el brazo del Señor?°

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Biblia Serafín de Ausejo 1975

38 Así se cumplía el oráculo que pronunció el profeta Isaías: Señor, ¿quién creyó en nuestro mensaje? ¿Y a quién se ha revelado el poder del Señor?

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Biblia Reina Valera Gómez (2023)

38 para que se cumpliese la palabra del profeta Isaías, que dijo: Señor, ¿quién ha creído a nuestro anuncio? ¿Y a quién se ha revelado el brazo del Señor?

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Juan 12:38
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¿Quién podrá creer la noticia que recibimos? Y la obra mayor de Yavé, ¿a quién se la reveló?


Pero es un hecho que no todos aceptaron la Buena Noticia, como decía Isaías: Señor, ¿quién nos ha escuchado y ha creído?


Isaías luego se atreve a decir: Fui hallado por los que no me buscaban y me manifesté a quienes no preguntaban por mí.


Pero para los que Dios ha llamado, judíos o griegos, este Mesías es fuerza de Dios y sabiduría de Dios.


y revelar en mí a su Hijo para que lo proclamara entre los pueblos paganos. En ese momento no pedí consejos humanos,


Jesús le replicó: 'Feliz eres, Simón Barjona, porque esto no te lo ha revelado la carne ni la sangre, sino mi Padre que está en los Cielos.


No conquistó al país su propia espada, ni su brazo los hizo vencedores, sino que fueron tu diestra y tu brazo y la luz de tu rostro, porque los amabas.


En esta situación, el rey Ezequías y el profeta Isaías, hijo de Amós, oraron y clamaron al cielo.


No la rompamos, echémosla más bien a suerte, a ver a quién le toca. Así se cumplió la Escritura que dice: Se repartieron mi ropa y echaron a suerte mi túnica. Esto es lo que hicieron los soldados.


Cuando estaba con ellos, yo los cuidaba en tu Nombre, pues tú me los habías encomendado, y ninguno de ellos se perdió, excepto el que llevaba en sí la perdición, pues en esto había de cumplirse la Escritura.


Así se cumple la palabra que se puede leer en su Ley: Me odiaron sin causa alguna.


¡Qué bien salvan las apariencias! Con justa razón profetizó Isaías de ustedes cuando dijo:


¡Despiértate, despiértate con toda tu fuerza, brazo de Yavé! Despiértate como pasó antes, en los tiempos antiguos. ¿No eres tú quien destrozó a Rahab y traspasó al dragón?


Mi justicia está por llegar; ya he mandado mi salvación y aquí vengo yo para gobernar a los pueblos. Las islas también esperan en mí y cuentan con mi intervención.


Allí lo crucificaron y después se repartieron entre ellos la ropa de Jesús, echándola a suertes.


Aunque había hecho tantas señales ante ellos no creían en él.


¿Por qué no podían creer? Isaías lo había dicho también:


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