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Juan 11:19 - Biblia Católica (Latinoamericana)

19 y muchos judíos habían ido a la casa de Marta y de María para consolarlas por la muerte de su hermano.

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Biblia Reina Valera 1960

19 y muchos de los judíos habían venido a Marta y a María, para consolarlas por su hermano.

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Biblia Nueva Traducción Viviente

19 y mucha gente se había acercado para consolar a Marta y a María por la pérdida de su hermano.

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La Biblia Textual 3a Edicion

19 y muchos de los judíos habían acudido a Marta y Miriam para consolarlas° respecto al hermano.

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Biblia Serafín de Ausejo 1975

19 Habían venido muchos judíos a casa de Marta y María, para consolarlas por lo de su hermano.

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Biblia Reina Valera Gómez (2023)

19 Y muchos de los judíos habían venido a Marta y a María, para consolarlas por su hermano.

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Juan 11:19
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Tres amigos de Job: Elifaz de Temán, Bildad de Suaj y Sofar de Naamat se enteraron de todas las desgracias que le habían ocurrido y vinieron cada uno de su país. Acordaron juntos ir a visitarlo y consolarlo.


Los judíos que estaban con María en la casa consolándola, al ver que se levantaba aprisa y salía, pensaron que iba a llorar al sepulcro y la siguieron.


Por eso anímense mutuamente y edifíquense juntos, como ya lo están haciendo.


Guarden, pues, estas palabras y confórtense unos a otros.


El nos conforta en toda prueba, para que también nosotros seamos capaces de confortar a los que están en cualquier dificultad, mediante el mismo consuelo que recibimos de Dios.


Alégrense con los que están alegres, lloren con los que lloran.


¿A quién te compararé y asemejaré, Hija de Jerusalén? ¿A quién podrás mirar para tu consuelo, oh virgen, Hija de Sión? Tu quebranto es inmenso como el mar. ¿Quién te sanará?


Oye cómo gimo, y no hay quién me consuele. Mis enemigos conocieron mi desgracia y se alegran de lo que me has hecho. ¡Que venga el día que tienes anunciado! ¡Que ellos estén como yo estoy!


Por eso, lloro yo, mis ojos se deshacen en lágrimas porque está lejos el consolador que reanime mi alma. Mis hijos están desolados porque sus enemigos triunfan.


Su impureza manchaba su vestido, pero no pensaba que tendría este fin. ¡Se hundió profundamente! ¡Nadie la consuela! ¡Mira, oh Yavé, mi dolor, ¡cómo se pone orgulloso el enemigo!


Llora durante las noches, las lágrimas corren por sus mejillas. Entre todos sus amantes nadie hay que la consuele. La traicionaron todos sus amigos, ¡y se convirtieron en sus enemigos!


Este vio volver a él a todos sus hermanos y hermanas, lo mismo que a los conocidos de antes. Comían con él en su casa lo compadecían y consolaban por todos los males que Yavé le había mandado. Cada uno de ellos le regaló una moneda de plata y un anillo de oro.


David se dijo: 'Le haré atenciones a Amún, hijo de Najaz, así como su padre lo hizo conmigo'. David envió pues a sus servidores para presentarle sus condolencias con motivo de la muerte de su padre. Pero cuando los servidores de David llegaron donde los amonitas,


Todos sus hijos e hijas acudieron a consolarlo, pero él no quería ser consolado, y decía: 'Estaré todavía de duelo cuando descienda donde mi hijo al lugar de las Sombras. Y su padre lo lloró.


¿Quién te dará el pésame por estas dos desgracias que te han ocurrido: saqueo y ruina, hambre y espada?


Anda a la casa que está de duelo más que a la que está de fiesta: verás el fin de todo hombre, y al que vive le da para pensar.


Tomaron sus huesos y los enterraron debajo del tamarindo de Yabés, y después ayunaron siete días.


se levantaron todos los valientes, tomaron el cadáver de Saúl y los de sus hijos, y los llevaron a Jabés. Enterraron sus huesos bajo el terebinto de Jabés, y ayunaron siete días.


Tenía una hermana llamada María, que se sentó a los pies del Señor y se quedó escuchando su palabra.


una sola es necesaria. María ha elegido la mejor parte, que no le será quitada.


Este fue el testimonio de Juan, cuando los judíos enviaron sacerdotes y levitas desde Jerusalén para preguntarle: '¿Quién eres tú?'


Había un hombre enfermo llamado Lázaro, que era de Betania, el pueblo de María y de su hermana Marta.


Pero le replicaron: 'Maestro, hace poco querían apedrearte los judíos, ¿y tú quieres volver allá?'


Al ver Jesús el llanto de María y de todos los judíos que estaban con ella, su espíritu se conmovió profundamente y se turbó.


Los judíos decían: '¡Miren cómo lo amaba!'


Muchos judíos que habían ido a casa de María creyeron en Jesús al ver lo que había hecho.


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