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Job 30:25 - Biblia Católica (Latinoamericana)

25 ¿No lloré con quien tuvo días duros? ¿No se entristeció mi corazón por el pobre?

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Biblia Reina Valera 1960

25 ¿No lloré yo al afligido? Y mi alma, ¿no se entristeció sobre el menesteroso?

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Biblia Nueva Traducción Viviente

25 ¿No lloraba yo por los que estaban en apuros? ¿No me lamentaba profundamente por los necesitados?

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La Biblia Textual 3a Edicion

25 ¿Acaso no lloré por el de vida dura, O no se contristó mi alma por el menesteroso?

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Biblia Serafín de Ausejo 1975

25 ¿No lloré yo con el atribulado? ¿No se compadeció mi alma del indigente?

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Biblia Reina Valera Gómez (2023)

25 ¿No lloré yo por el que estaba atribulado? ¿No se entristeció mi alma por el pobre?

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Job 30:25
20 ការដាក់ឲ្យឆ្លើយតបគ្នា  

Alégrense con los que están alegres, lloren con los que lloran.


Si ustedes no hacen caso a este aviso, lloraré en silencio por ese su orgullo, y mis ojos verterán lágrimas cuando el rebaño de Yavé sea llevado cautivo.


La Escritura dice: Repartió, dio a los que tenían hambre; sus méritos permanecen para siempre.


Al acercarse y ver la ciudad, lloró por ella,


el rey comentaba: '¿No es esta la gran Babilonia que construí con mi poder y mi fuerza, la que he convertido en mi residencia real y que será la gloria de mi reino?'


¿Acaso se paga mal por bien? ¿Y cómo es que ellos están haciendo un hoyo para mí? Recuérdate cómo me presenté a ti para hablarte en su favor y para apartar de ellos tu ira.


Préstamos y usura lo han hecho rico: amontonó para otro que tuvo piedad de los pobres.


El que tiene compasión del pobre le presta a Yavé: éste sabrá pagar su deuda.


El que se burla de los pobres insulta a su Creador; el que se alegra de la desgracia ajena no quedará sin castigo.


El que oprime al pobre insulta a su Creador, el que tiene piedad de los indigentes le rinde homenaje.


El que desprecia a su prójimo comete un pecado; feliz el que tiene piedad de los desgraciados.


Interviene, Señor, porque ya no hay hombres buenos ni se encuentran ya hombres leales.


Los mendigos tienen que apartarse del camino, todos los pobres del país han de esconderse.


Pues yo libraba al pobre que gemía y al huérfano que no tenía apoyo,


Era el padre de los pobres, y me preocupaba por la causa del desconocido.


Decían las gentes de mi casa: ¿Hay alguien que no se haya saciado en su mesa?


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