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Jeremías 48:10 - Biblia Católica (Latinoamericana)

10 Maldito el que ejecuta con flojera el trabajo que Yavé le ha encomendado. ¡Maldito el que tiene su espada limpia de sangre!

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Biblia Reina Valera 1960

10 Maldito el que hiciere indolentemente la obra de Jehová, y maldito el que detuviere de la sangre su espada.

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Biblia Nueva Traducción Viviente

10 ¡Malditos los que se rehúsen a hacer el trabajo del Señor, los que retengan la espada del derramamiento de sangre!

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La Biblia Textual 3a Edicion

10 ¡Maldito el que haga la obra de YHVH indolentemente! ¡Maldito el que retraiga su espada de derramar sangre!

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Biblia Serafín de Ausejo 1975

10 ¡Maldito quien haga la obra de Yahveh con negligencia! ¡Maldito quien prive de sangre a su espada!

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Biblia Reina Valera Gómez (2023)

10 Maldito el que hiciere engañosamente la obra de Jehová, y maldito el que detuviere su espada de la sangre.

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Jeremías 48:10
15 ការដាក់ឲ្យឆ្លើយតបគ្នា  

Entonces dijo al rey: 'Escucha esta palabra de Yavé: Como dejaste que escapara el hombre que yo había condenado al anatema, tu vida pagará por la suya, y tu pueblo por su pueblo'.


Anda pues a castigar a Amalec y lanza el anatema sobre todo lo que le pertenece. No tendrás piedad de él, darás muerte a los hombres, a las mujeres, a los niños, a los bueyes y corderos, a los camellos y burros'.


Maldigan a Meroz, dijo el ángel de Yavé, maldigan, maldigan a sus habitantes que no estuvieron allí para ayudar a Yavé, para ayudar a Yavé con los valientes.


Entonces el hombre de Dios se enojó con el rey y dijo: '¡Tenías que haber golpeado cinco o seis veces! Así habrías derrotado a Aram hasta que no quedara nadie. Pero ahora sólo derrotarás a Aram tres veces'.


Pero Saúl y su ejército no quisieron condenar al anatema a Agag y a lo mejor del ganado menor y mayor, los animales gordos y los corderos, en una palabra, todo lo que era bueno. Al contrario, exterminaron todo lo que, en el ganado, era malo y sin valor.


Yavé ha abierto su arsenal y ha sacado las armas de su ira, porque hay trabajo para el Señor Yavé en la tierra de los caldeos:


¡Ay, espada de Yavé! ¿Hasta cuándo estarás sin descansar? Métete en tu vaina. ¡Párate, tranquilízate!


Cuando pasaba el rey, le gritó: 'Llegué al campo de batalla justo cuando otro se retiraba. Me encargó a un prisionero diciéndome: Vigila bien a este hombre, porque si se escapa pagarás con tu vida o me darás un talento de plata.


Pues bien, mientras estaba ocupado en una y otra cosa, el prisionero desapareció'. El rey de Israel le respondió: '¡Tú mismo has pronunciado tu sentencia!'


y diles: Así habla Yavé, Dios de Israel: Maldito el hombre que no escuche las palabras de esta alianza,


¿Cómo va a tomar descanso si Yavé le ha dado órdenes? Ascalón y la costa del mar, ésos son sus blancos.


Degüellen todos sus novillos, que marchen al matadero. ¡Ay de ellos, porque ha llegado su día, la hora de su castigo!'


Pero ustedes no se detengan, persigan a sus enemigos, córtenles la retirada; impídanles que lleguen a su ciudad, porque Yavé el Dios de ustedes los puso en sus manos'.


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