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Jeremías 32:24 - Biblia Católica (Latinoamericana)

24 Pues bien ahora los terraplenes que se han construido para asaltar la ciudad ya están llegando a ella, y la ciudad va a caer en manos de los caldeos, que la atacan a espada, hambre y peste. Todo lo que tú anunciaste se está cumpliendo, como tú lo ves.

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Biblia Reina Valera 1960

24 He aquí que con arietes han acometido la ciudad para tomarla, y la ciudad va a ser entregada en mano de los caldeos que pelean contra ella, a causa de la espada, del hambre y de la pestilencia; ha venido, pues, a suceder lo que tú dijiste, y he aquí lo estás viendo.

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Biblia Nueva Traducción Viviente

24 »¡Miren cómo han construido rampas de asalto contra las murallas de la ciudad! Por medio de guerra, hambre y enfermedad la ciudad será entregada a los babilonios, que la conquistarán. Todo ha sucedido tal como lo dijiste.

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La Biblia Textual 3a Edicion

24 He aquí las torres de asedio llegan ya a la ciudad para conquistarla, y la ciudad está siendo entregada en mano de los caldeos, que combaten contra ella con la espada, el hambre y la pestilencia. Lo que anunciaste se ha comprobado, y Tú lo estás viendo.

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Biblia Serafín de Ausejo 1975

24 Mira que los terraplenes de asedio llegan a la ciudad para tomarla, y la ciudad va a ser entregada en mano de los caldeos, que combaten contra ella con la espada, el hambre y la peste. Lo que has anunciado se está cumpliendo, y tú mismo lo estás viendo.

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Biblia Reina Valera Gómez (2023)

24 He aquí que con arietes han acometido la ciudad para tomarla; y la ciudad va a ser entregada en mano de los caldeos que pelean contra ella, a causa de la espada, y del hambre y de la pestilencia; lo que tú habías dicho, ha sucedido, y he aquí tú lo estás viendo.

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Jeremías 32:24
35 ការដាក់ឲ្យឆ្លើយតបគ្នា  

Pues, respecto de las casas de esta ciudad y de los palacios reales, que van a ser demolidos, para servir de trincheras y de muros de defensa contra los caldeos,


Así habla Yavé respecto de Jerusalén, en el momento en que ustedes la ven entregada al rey de Babilonia por la espada, por el hambre y por la peste. Yavé dice:


Pues si lo irritan, desaparecerán de la tierra que va a ser de ustedes, al pasar el Jordán; el cielo y la tierra son testigos de mis advertencias: ustedes serán reducidos a nada.


Pero mis palabras y mis órdenes que yo había dado a mis servidores, los profetas, se cumplieron en sus padres de tal manera que volvieron a mí y reconocieron: Yavé de los Ejércitos nos ha tratado como lo había resuelto, conforme a nuestra conducta y manera de proceder.


Y yo aplaudiré con fuerza, porque mi cólera habrá quedado satisfecha: yo, Yavé, hablé.


Esto dice el Señor: He enviado en contra de Jerusalén a mis cuatro terribles castigos: la espada, el hambre, las fieras feroces y la peste, porque quiero acabar con hombres y animales.


donde lo había mandado encerrar el rey Sedecías, con esta acusación: '¿Por qué andas diciendo en nombre de Yavé: Yo pondré esta ciudad en manos del rey de Babilonia, quien la tomará;'


Pasarán el cielo y la tierra, pero mis palabras no pasarán.


El día nueve del cuarto mes, cuando el hambre reinaba en la ciudad y la población no tenía ya nada más que comer,


¡Y a pesar de todo, tú, oh Señor Yavé, me dices: 'Cómprate este campo con plata, y toma testigos', justamente cuando la ciudad está a punto de ser conquistada por los caldeos!'


Enviaré contra ellos la espada, el hambre, la peste, hasta que hayan desaparecido de la tierra que les había dado a ellos y a sus padres.


Todos morirán miserablemente, sin que ni siquiera los lloren ni los sepulten. Sus cadáveres se pudrirán sobre la tierra y servirán de comida para las aves de rapiña y para las fieras.


Joab sitió a Sebá en Abel-Bet-Maacá, levantaron un terraplén para alcanzar la ciudad que llegaba hasta la muralla. Cuando todo el ejército de Joab cavaba para hacer caer la muralla,


Todo esto lo hará el amor celoso de Yavé de los Ejércitos.


Pues así habla Yavé, el Dios de los Ejércitos: 'Corten árboles y construyan un terraplén frente a Jerusalén, porque es una ciudad mentirosa y en ella no hay más que opresión.


Entregaré a toda la gente de Judá en manos del rey de Babilonia para que sean llevados a esa ciudad o muertos a espada. Entregaré a los enemigos las riquezas de Jerusalén, tanto sus reservas como sus cosas preciosas, y los tesoros de los reyes de Judá. Los enemigos saquearán y tomarán todo, llevándoselo a Babilonia.


esto es lo que ha decidido Yavé de los Ejércitos: Voy a mandar contra ellos la espada, el hambre y la peste, y van a quedar como higos podridos, que de malos no se pueden comer.


Los perseguiré con la espada, el hambre y la peste. Producirán terror a todos los reinos de la tierra, y serán motivo de maldición, de admiración, de burla y de risa para todas las naciones adonde los arroje.


Sedecías será conducido a Babilonia y allí estará hasta que lo visite, dice Yavé. Y aunque ustedes peleen con los caldeos, no ganarán.


Pues bien, afirma Yavé, voy a entregar esta ciudad en manos de los caldeos y de Nabucodonosor, rey de Babilonia, que se apoderará de ella;'


Por lo tanto, así dice Yavé: 'Ustedes no me han escuchado al no conceder la libertad a su prójimo. Pues bien, voy a dejar libres contra ustedes a la espada, a la peste y al hambre, y llegarán a ser un ejemplo espantoso para todas las naciones de la tierra.


Sedecías se rebeló contra el rey de Babilonia. El año nueve del reinado de Sedecías, el día diez del décimo mes del año, Nabucodonosor, rey de Babilonia, llegó con todo su ejército a atacar a Jerusalén, instaló su campamento frente a la ciudad y la rodeó de trincheras.


Pasará a espada a las ciudades que están en tierra firme, cavará en su derredor trincheras, construirá terraplenes y levantará un muro de defensa, echará abajo tus fortificaciones a


Este pueblo se burla de los reyes, se ríe de los soberanos; no le importan las ciudades fortificadas, pues levanta terraplenes y se apodera de ellas.


Luego le pondrás sitio, construirás una torre de asalto, harás terraplenes, establecerás en su derredor campamentos y por todo su alrededor dispondrás máquinas para el sitio.


La suerte hace que salga Jerusalén en su mano derecha. Inmediatamente lanza un grito de guerra: '¡Emplacen las maquinarias junto a las puertas, levanten terraplenes, caven trincheras!'


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