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Jeremías 2:15 - Biblia Católica (Latinoamericana)

15 Contra ti han rugido leones, tu tierra ha sido desolada, tus ciudades, incendiadas y despobladas.

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Biblia Reina Valera 1960

15 Los cachorros del león rugieron contra él, alzaron su voz, y asolaron su tierra; quemadas están sus ciudades, sin morador.

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Biblia Nueva Traducción Viviente

15 Leones fuertes rugieron contra él, y la tierra ha sido destruida. Ahora las ciudades están en ruinas; ya nadie vive en ellas.

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La Biblia Textual 3a Edicion

15 Los leoncillos rugieron contra él, dieron sus bramidos, Y convirtieron su tierra en una desolación; Sus ciudades están quemadas y sin habitantes.

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Biblia Serafín de Ausejo 1975

15 por la que bramaban leoncillos, daban su rugido? Hicieron de su país un desierto, sus ciudades fueron incendiadas, no queda un solo habitante.

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Biblia Reina Valera Gómez (2023)

15 Los cachorros de los leones rugieron sobre él, alzaron su voz; y asolaron su tierra; quemadas están sus ciudades, sin morador.

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Jeremías 2:15
35 ការដាក់ឲ្យឆ្លើយតបគ្នា  

El león, que devora las naciones, se ha levantado de su madriguera y se ha puesto en marcha, abandonando su morada, para dejar tu tierra como un desierto, tus ciudades destruidas y sin habitantes.


Israel era una oveja perdida, perseguida por leones. Primero, el rey de Asur la devoró, y luego, Nabucodonosor, rey de Babilonia, se comió sus huesos.


¿Quién es bastante sabio para comprender estos acontecimientos? ¿A quién se lo ha dicho la boca de Yavé para que lo publique? ¿Por qué el país está perdido, incendiado como el desierto, por donde nadie pasa?


Tiene un rugido como de leona, ruge como un cachorro de león, gruñe y atrapa su presa, se la lleva y nadie se la quita.


Su país es una soledad con ciudades hechas cenizas; ustedes vieron las cosechas, y el enemigo se las comió; esta ruina no es menos que la de Sodoma.


He borrado del mapa a las naciones, he demolido sus torres de defensa, he dejado sus calles solitarias, nadie pasa por ellas, sus ciudades han sido arrasadas y no se ve ni un hombre, ni un habitante siquiera.


Ay de la nación de los quereteos que viven a orillas del mar, pues Yavé ha hablado para condenarlos: 'Te haré desaparecer, Canaán, y tú, tierra de los filisteos, quedarás sin población.


Ni su oro ni su plata los lograrán salvar cuando estalle la cólera de Dios y consuma en el fuego de su celo al país de Judá y destruya sin dejar rastro siquiera a todos los que habitan esa tierra.


¡Destrozo, saqueo, devastación! Los corazones desfallecen, tiemblan las rodillas, los más valientes se desconciertan, y palidecen los rostros.


Y agrega todavía Yavé: Como las dos patas o la punta de una oreja que el pastor salva de la boca del león, así será el resto de los hijos de Israel que en Samaria se sientan en la espuma de un sofá, sobre cojines de Damasco.


Así, como nadie queda impertérrito al oír el rugido del león, así tampoco se negará nadie a profetizar cuando escucha lo que le habla el Señor.


¿No ruge el león en la selva porque ha cazado una presa? ¿No resuena en su guarida el rugido del cachorro porque tiene algo que comer?


Ustedes seguirán a Yavé, que rugirá como león. Sí, rugirá y sus hijos vendrán temblorosos desde el occidente.


Yo seré como un león para Efraím, y como un cachorro para la gente de Judá. Yo, sí, yo mismo lanzaré un zarpazo y huiré, me llevaré mi presa y nadie me la podrá quitar.


Te convertiré en ruinas en medio de las naciones que te rodean y en motivo de risa para todos los que pasen.


Yavé no ha podido contenerse más al ver la mala conducta de ustedes y las cosas horribles que ustedes han hecho. Por eso, su país es ahora un desierto espantoso, maldito y abandonado.


Pues ahora les doy una orden para que vuelvan. Atacarán esta ciudad y la tomarán para pegarle fuego. Y de las ciudades de Judá no quedarán más que ruinas solitarias.


Ustedes dicen que este lugar está abandonado, sin habitantes ni ganados. Pero así dice Yavé: En todas las ciudades de Judá y en las calles desoladas de Jerusalén, ahora sin habitantes ni ganados, aún se oirán


por lo que has dicho en nombre de Yavé, que a este templo le pasará lo que a Silo y esta ciudad será arrasada y quedará sin habitantes. Y se juntó todo el pueblo en torno a Jeremías en la Casa de Yavé.


Y tú les comunicarás todas estas cosas y les dirás: Ruge Yavé desde lo alto, y grita desde su santa morada. Ruge con fuerza contra su corral y lanza gritos como los que pisan la uva en el lagar. A todos los habitantes de la tierra, hasta el fin del mundo, ha llegado el eco de su voz.


Por esto, el león de la selva los ataca, el lobo de las estepas los destroza y la pantera está acechando a la puerta de sus ciudades, lista para despedazar al que salga, porque son muchos sus pecados y numerosas sus rebeldías.


Miren cómo Yavé limpia la tierra, la arrasa, trastorna su superficie, dispersa a sus habitantes:


Yo dije: '¿Hasta cuándo, Señor?' Y él me respondió:'


En mis oídos ha resonado la palabra de Yavé de los Ejércitos: 'Han de quedar en ruinas muchas casas grandes y hermosas, y no habrá quien las habite.


Yo duermo rodeado de leones, que devoran a los hijos de los hombres; sus dientes son lanzas y flechas, su lengua es una espada acerada.


Ruge el león, aulle el leopardo, pero a la fiera se le rompen los dientes.


Bajó pues Sansón a Timná con su padre y su madre. Cuando venía por las viñas de Timná, le salió al paso un león joven.


Todos rugen como leones y andan gruñendo como leoncitos.


Por eso, profetizarás. Diles de mi parte: Ustedes fueron devastados, pisoteados de todas partes, pasaron a ser propiedad de otras naciones, a costa de ustedes contaron cualquier cosa, los insultaron.


Resuenan los lamentos de los pastores al ver arruinado lo que era su gloria. Hacen eco los rugidos de los leones porque ha sido devastada la gloria del Jordán.


Hazme caso, Jerusalén, si no quieres que me aleje de ti y te conviertas en un desierto, en una tierra deshabitada.


Voy a hacer de Jerusalén un montón de piedras, una guarida de chacales, y de las ciudades de Judá, un desierto donde nadie viva.


Oigan esta noticia. ¡Atiendan! El ruido de una gran muchedumbre se acerca desde el norte, vienen a reducir las ciudades de Judá en un desierto, guarida de chacales.


voy a mandar a buscar a una nación del norte, dice Yavé, y la echaré contra este país y sus habitantes; los maldeciré y los convertiré para siempre en motivo de espanto, de burla y de vergüenza.


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