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Isaías 64:6 - Biblia Católica (Latinoamericana)

6 Nadie ya invoca tu Nombre ni se despierta para buscarte, sino que tú nos has dado vuelta la cara y nos has dejado a merced de nuestras culpas.

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Biblia Reina Valera 1960

6 Si bien todos nosotros somos como suciedad, y todas nuestras justicias como trapo de inmundicia; y caímos todos nosotros como la hoja, y nuestras maldades nos llevaron como viento.

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Biblia Nueva Traducción Viviente

6 Estamos todos infectados por el pecado y somos impuros. Cuando mostramos nuestros actos de justicia, no son más que trapos sucios. Como las hojas del otoño, nos marchitamos y caemos, y nuestros pecados nos arrasan como el viento.

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La Biblia Textual 3a Edicion

6 Todos nosotros somos como cosa impura, Y nuestra justicia como trapo de menstruo. Todos nosotros nos marchitamos como hojas, Y la mano de nuestras iniquidades nos arrastra como el viento.

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Biblia Serafín de Ausejo 1975

6 Nadie invocaba tu nombre ni se animaba para asirse a ti; escondiste tu rostro de nosotros, nos hiciste tropezar por culpa nuestra.

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Biblia Reina Valera Gómez (2023)

6 Si bien todos nosotros somos como suciedad, y todas nuestras justicias como trapo de inmundicia; y caímos todos nosotros como la hoja, y nuestras maldades nos llevaron como viento.

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Isaías 64:6
38 ការដាក់ឲ្យឆ្លើយតបគ្នា  

Puedo querer hacer el bien, pero hacerlo, no.


¡Infeliz de mí! ¿Quién me librará de este cuerpo, o de esta muerte?


Ahora bien, Josué estaba vestido con ropas sucias, mientras permanecía en presencia del ángel de Yavé.


Todos andábamos como ovejas errantes, cada cual seguía su propio camino, y Yavé descargó sobre él la culpa de todos nosotros.


Pues también nosotros fuimos de esos que no piensan y viven sin disciplina: andábamos descarriados, esclavos de nuestros deseos, buscando siempre el placer. Vivíamos en la malicia y la envidia, éramos insoportables y nos odiábamos unos a otros.


¿Cómo puede un hombre justificarse ante Dios? ¿Cómo será puro el que nació de mujer?


¿Quién podrá sacar lo puro de lo impuro? ¡Nadie!


Y quiero encontrarme en él, no teniendo ya esa rectitud que pretende la Ley, sino aquella que es fruto de la fe de Cristo, quiero decir, la reordenación que Dios realiza a raíz de la fe.


Oiganme, ustedes, que no piensan en nada y que están tan ajenos a mi salvación.


Pues mi falta yo bien la conozco y mi pecado está siempre ante mí;'


Uno de los Ancianos tomó la palabra y me dijo: 'Esos que están vestidos con vestiduras blancas, ¿quiénes son y de dónde vienen?'


¡Ay de mí, estoy perdido, porque soy un hombre de labios impuros y vivo entre un pueblo de labios impuros, y mis ojos han visto al rey, Yavé de los Ejércitos!


Escuchen esto, familia de Jacob, ustedes que llevan el nombre de Israel y que son hijos de su padre Judá. Ustedes que juran por el nombre de Yavé e invocan al Dios de Israel, pero con mala fe y sin sinceridad.


No sucede así con los impíos: son como paja llevada por el viento.


Hablé con ligereza, ¿qué te contestaré? Prefiero ponerme la mano ante la boca.


Pues ustedes serán como una encina a la que se le caen las hojas, y como un jardín al que le falta agua.


Así habla Yavé: ¿Acaso despedí a su madre? ¡Muéstrenme el certificado de divorcio!


Si la lepra se ha desarrollado sobre la piel hasta cubrirla de la cabeza hasta los pies, por cuanto el sacerdote alcance a verlo,


Sin fuerzas están los extranjeros, tras sus fortalezas se atrincheran.


¿No comprenderán esos malhechores que, cuando comen, se comen a mi pueblo ¡No le han pedido a Dios la bendición!


rebeldes y pecadores serán destrozados y aquellos que se alejen de Yavé, perecerán.


Ahora, pues, esperaré en Yavé, que esconde su rostro al pueblo de Jacob; en él confío.


Tú, Jacob, no me has invocado, más bien, te habías cansado de mí.


O bien, ¿a quién debo yo dinero, y a quién los he vendido? Por culpa de sus pecados fueron vendidos y por sus infidelidades me divorcié de su madre. ¿Por qué, cuando llegué, no encontré a nadie, y cuando llamé, nadie me respondió? ¿Se me habrá acortado el brazo, que no alcanza a salvar, o será que ya no tengo fuerzas? Con un solo gesto dejo seco el mar y cambio los ríos en desiertos. Sus peces, sin agua, quedan en seco y mueren de sed.


Cayó sobre nosotros la desgracia como está escrito en la Ley de Moisés, pero no apaciguamos a Yavé nuestro Dios, renunciando a nuestra mala conducta y prestando atención a su verdad.


Todos se enardecen como un horno y devoran a sus gobernantes. Así han perecido todos sus reyes sin que ninguno de ellos me pidiera auxilios.


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