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Isaías 57:20 - Biblia Católica (Latinoamericana)

20 Pero los malvados son como un mar con tormentas, que no puede calmarse, y cuyas aguas revuelven el fango y el barro.

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Biblia Reina Valera 1960

20 Pero los impíos son como el mar en tempestad, que no puede estarse quieto, y sus aguas arrojan cieno y lodo.

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Biblia Nueva Traducción Viviente

20 Pero los que aún me rechazan son como el mar agitado, que nunca está tranquilo, sino que continuamente revuelve el lodo y la tierra.

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La Biblia Textual 3a Edicion

20 Los impíos son como el mar tempestuoso, Que no puede aquietarse: Sus aguas remueven el cieno y el lodo,

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Biblia Serafín de Ausejo 1975

20 Los malos son como el mar embravecido, que no puede calmarse, y cuyas aguas remueven fango y cieno.

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Biblia Reina Valera Gómez (2023)

20 Mas los impíos son como el mar en tempestad, que no puede estarse quieto, y sus aguas arrojan cieno y lodo.

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Isaías 57:20
13 ការដាក់ឲ្យឆ្លើយតបគ្នា  

¡Oh, pueblo mío!, los que debían guiar tus pasos te hacen desviarte y echan a perder el camino que sigues.


Echan a perder las comidas de fraternidad que celebran ustedes, pues no piensan más que en sí mismos y comen desvergonzadamente. Son como nubes arrastradas por el viento que no dan lluvia, árboles que no dan fruto al final del otoño y que ya están muertos antes de ser arrancados de raíz;'


olas embravecidas del mar que arrojan la espuma de sus vicios; estrellas errantes a las que esperan las tinieblas eternas.


Digan: 'Feliz el justo, pues comerá el fruto de sus obras'; pero: 'Pobre del malo, porque le irá mal, y será tratado según las obras de sus manos.


No conocen el camino de la paz y la justicia no se encuentra en sus empresas. Todo es chueco en sus caminos, y el que allí se mete no anda tranquilo.


Sobre Damasco. Jamat y Arfad están preocupadas porque recibieron una mala noticia. Se les para el corazón de espanto y no pueden tranquilizarse.


El rey de Aram se preocupó mucho por eso; convocó a sus servidores y les dijo: 'Díganme quién de nosotros está con el rey de Israel'.


Pero no hay paz para los malvados, dice Yavé.


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