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Isaías 51:20 - Biblia Católica (Latinoamericana)

20 Has visto a tus hijos tirados, sin fuerzas, en las esquinas de las calles, como un antílope en una trampa, desmayados por el enojo de Yavé, por las amenazas de tu Dios.

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Biblia Reina Valera 1960

20 Tus hijos desmayaron, estuvieron tendidos en las encrucijadas de todos los caminos, como antílope en la red, llenos de la indignación de Jehová, de la ira del Dios tuyo.

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Biblia Nueva Traducción Viviente

20 Pues tus hijos se han desmayado y yacen en las calles, tan indefensos como antílopes atrapados en una red. El Señor ha derramado su furia; Dios los ha reprendido.

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La Biblia Textual 3a Edicion

20 Tus hijos han desfallecido; Yacen en las encrucijadas° como antílope en la red, Llenos de la ira de YHVH, de la reprensión de tu Dios.

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Biblia Serafín de Ausejo 1975

20 Tus hijos yacen desmayados, en todas las bocacalles, como antílope en la red, repleto del furor de Yahveh, de la increpación de tu Dios.

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Biblia Reina Valera Gómez (2023)

20 Tus hijos desmayaron, estuvieron tendidos en las encrucijadas de todos los caminos, como buey montaraz en la red, llenos del furor de Jehová, de la reprensión de tu Dios.

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Isaías 51:20
27 ការដាក់ឲ្យឆ្លើយតបគ្នា  

tendrá que beber también el vino embriagante de Dios, que está preparado, puro, en la copa de su enojo. Será atormentado con fuego y azufre ante los santos ángeles y ante el Cordero.


En ese sacrificio que les he preparado, se les dará grasa sin medida, y beberán sangre hasta embriagarse.


Tenderé mi red a su paso y quedará atrapado en sus mallas ( ).


Pero extenderé mi red a su paso y caerá en ella; lo llevaré a Babilonia, al país de los caldeos, pero no verá esa tierra, y allí morirá.


Los muchachos arrastraron la piedra de moler, bajo la carga de leña se han encorvado las niñas.


Los hijos de Sión, valiosos y preciados como el oro fino, ¡ay!, son considerados como vasos de arcilla, obra del alfarero.


Llamé a mis amigos, pero me traicionaron. Mis sacerdotes y mis ancianos han muerto en la ciudad, mientras se buscaban alimento para reanimarse.


Derribó Yavé a los valientes que cuidaban mis ciudades. Reunió un consejo contra mí para sacrificar a mis jóvenes. El Señor ha pisado en el lagar a la virgen, Hija de Judá.


Si salgo al campo, veo personas atravesadas por la espada; si me vuelvo a la ciudad, encuentro a la gente torturada por el hambre. Y por más que se muevan los profetas y los sacerdotes, no encuentran la razón de esto.


En cuanto a la gente a quien profetizaban, quedará tirada por las calles de Jerusalén, víctima del hambre y de la espada; pues no habrá nadie para enterrarla, ni a sus mujeres, ni a sus hijos e hijas. Haré recaer sobre ella misma su maldad.


Por esto, óyeme, infeliz, que te has embriagado con algo que no es vino.


¡Despierta, despierta, levántate, Jerusalén! Tú que te serviste de la misma mano de Yavé la copa que contenía su enojo y que hace perder los sentidos, te la tomaste hasta dejarla vacía.


A tus opresores los haré comer su propia carne. y se emborracharán con su sangre como si fuese vino. Y todo mortal sabrá que yo, Yavé, soy tu Salvador y que tu Redentor es el Campeón de Jacob.


Embrutézcanse y pónganse tontos, anden ciegos, sin vista, quédense ebrios, pero no por el vino, maréense, pero no por el licor.


Andarán vagando por el país, amargados y hambrientos, y se pondrán furiosos por el hambre, y maldecirán a su rey y a su Dios: levantarán sus ojos al cielo,


Por esto Yavé se enojó con su pueblo y levantó su mano para pegarle; los cerros se estremecieron y los cadáveres quedaron tirados esparcidos como la basura en las calles. Pero no se le pasó el enojo, pues siguió con su mano levantada.


el ciervo, la gacela y el gamo, la cabra montés, el antílope, el búfalo y la gamuza.


Mientras los jóvenes se cansan y se fatigan y hasta pueden llegar a caerse,


Yavé mandará la desgracia, la derrota y el susto sobre todo lo que tus manos toquen, hasta que seas exterminado, y perecerás en poco tiempo por las malas acciones que cometiste, traicionando a Yavé.


Pues he aquí que Yavé se presenta en medio del fuego, montado en los carros de la tempestad. Da rienda suelta a su ardiente cólera, sus amenazas son carbones encendidos.


En pie, clama en la noche, cuando comienza la ronda; derrama como agua tu corazón ante el rostro del Señor, alza tus manos hacia él por la vida de tus hijitos que desfallecen de hambre en la esquina de todas las calles.


Yavé descargó su furor, derramó el ardor de su cólera; encendió fuego en Sión, que devoró sus cimientos.


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