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Isaías 48:18 - Biblia Católica (Latinoamericana)

18 Si hubieras estado atento a mis leyes, la dicha te habría inundado como un río. Habrías sido fuerte como las olas del mar,

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Biblia Reina Valera 1960

18 ¡Oh, si hubieras atendido a mis mandamientos! Fuera entonces tu paz como un río, y tu justicia como las ondas del mar.

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Biblia Nueva Traducción Viviente

18 ¡Ah, si solo hubieras hecho caso a mis mandatos! Entonces habrías tenido una paz que correría como un río manso y una justicia que pasaría sobre ti como las olas del mar.

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La Biblia Textual 3a Edicion

18 Si hubieras atendido mis mandamientos, Entonces tu paz habría sido como un río, Y tu justicia como las olas del mar.

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Biblia Serafín de Ausejo 1975

18 ¡Ah, si hubieras atendido a mis preceptos! Tu paz habría sido como un río y tu justicia como las olas del mar;

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Biblia Reina Valera Gómez (2023)

18 ¡Oh si hubieras atendido a mis mandamientos! Entonces tu paz habría sido como un río, y tu justicia como las olas del mar.

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Isaías 48:18
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¡Ojalá que siempre tengan el mismo espíritu, me teman y guarden todos mis preceptos!, pues entonces les iría bien a ellos y a sus hijos eternamente.


Pues Yavé lo asegura: Yo voy a hacer correr hacia ella, como un río, la paz, y como un torrente que lo inunda todo, la gloria de las naciones. Ustedes serán como niños de pecho llevados en brazos y acariciados sobre las rodillas.


Una paz grande para los que aman tu Ley, nada podrá hacerlos tropezar.


Si fueran inteligentes, lo entenderían, y sabrían en qué van a parar:


Que los cielos manden de lo alto, como lluvia, y las nubes descarguen la Justicia. Que se abra la tierra y produzca su fruto, que es la salvación, y al mismo tiempo florezca la justicia, porque soy yo, Yavé, quien lo envió.


se sacian con lo mejor de tu casa, y le quitas la sed en tu río de delicias.


Piensen que el Reino de Dios no es cuestión de comida o bebida, sino de justicia, de paz y alegría en el Espíritu Santo.


Quiero que la justicia sea tan corriente como el agua, y que la honradez crezca como un torrente inagotable.


¡Jerusalén, Jerusalén, qué bien matas a los profetas y apedreas a los que Dios te envía! ¡Cuántas veces he querido reunir a tus hijos, como la gallina reúne a sus pollitos bajo las alas, y tú no has querido!


Aquí está Yavé, el que hace cosas grandes con nosotros más potente que los amplios canales. Aquí no cruzan los barcos de remo ni las naves poderosas,


¿Quién permitió que asaltaran a Jacob, o le robaran a Israel? ¿No fue Yavé, contra quien pecamos? Pues no quisieron seguir sus caminos y despreciaron sus mandamientos.


Todos tus hijos serán instruidos por Yavé, y grande será la felicidad de tus hijos.


Salto de alegría delante de Yavé, y mi alma se alegra en mi Dios, pues él me puso ropas de salvación y me abrigó con el chal de la justicia, como el novio se coloca su corona, o como la esposa se arregla con sus joyas.


Pues así como brotan de la tierra las semillas o como aparecen las plantitas en el jardín, así el Señor Yavé hará brotar la justicia y la alabanza a la vista de todas las naciones.


Por amor a Sión no me callaré, por Jerusalén no quedaré tranquilo hasta que su justicia se haga claridad y su salvación brille como antorcha.


Israel tirará del arado, Jacob rastrillará. Siembren, pues, según la justicia, y cosechen la bondad. Roturen para ustedes tierras sin cultivar, pues es tiempo de buscar a Yavé hasta que venga a traerles la justicia.


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