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Isaías 47:5 - Biblia Católica (Latinoamericana)

5 Siéntate en silencio, colócate en la sombra, hija de los caldeos. Ya nunca más te llamarán soberana de los reinos.

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Biblia Reina Valera 1960

5 Siéntate, calla, y entra en tinieblas, hija de los caldeos; porque nunca más te llamarán señora de reinos.

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Biblia Nueva Traducción Viviente

5 «Oh Babilonia hermosa, siéntate ahora en oscuridad y en silencio. Nunca más serás conocida como la reina de los reinos.

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La Biblia Textual 3a Edicion

5 Siéntate y calla, y entra en las tinieblas, oh hija de los caldeos, Porque nunca más te volverán a llamar soberana de reinos.

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Biblia Serafín de Ausejo 1975

5 Siéntate en silencio y entra en la oscuridad hija de los caldeos, que ya no te llamarán soberana de reinos.

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Biblia Reina Valera Gómez (2023)

5 Siéntate en silencio, y entra en tinieblas, oh hija de los caldeos; porque nunca más te llamarán: La señora de reinos.

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Isaías 47:5
25 ការដាក់ឲ្យឆ្លើយតបគ្នា  

Pero Yavé reside en su Templo santo: ¡calle ante su presencia la tierra entera!


Tú decías: 'Para siempre dominaré. Y no te fijabas en lo que sucedía, ni pensabas cuál sería el fin.


Que sufra tantos tormentos y penas como fueron su orgullo y su lujo. Se dice a sí misma: '¡Domino como reina, no soy viuda, nunca conoceré el lamento.'''


Esa mujer que has visto es la Gran Ciudad, la que reina sobre los reyes del mundo entero.


olas embravecidas del mar que arrojan la espuma de sus vicios; estrellas errantes a las que esperan las tinieblas eternas.


Por eso, levanto mi mano para que las saqueen aquellos que fueron sus esclavos. Así sabrán que Yavé de los Ejércitos me ha enviado.


Ay, qué solitaria quedó Jerusalén, la ciudad tan poblada. Como una viuda quedó la grande entre las naciones. La ciudad que dominaba las provincias tiene ahora que pagar impuestos.


Suprimiré de su casa las manifestaciones de alegría y de contento, los cantos del novio y de la novia, el ruido de la piedra de molino y la luz de la lámpara.


¿Por qué nos quedamos parados? Juntémonos, entremos en nuestras ciudades fortificadas para morir allí, pues Yavé, nuestro Dios, nos entrega a la muerte y nos da para tomar agua envenenada, porque hemos pecado contra él.


¡Baja y siéntate en el suelo, virgen hija de Babel! No más trono: Siéntate en la tierra, hija de los caldeos. Ya no te llamarán más delicada y tierna.


Yo se la doy a los erizos, pues no será más que un pantano. Le pasaré la escoba, y barreré con todo, dice Yavé.


Las estrellas del cielo y sus constelaciones han dejado de alumbrar, el sol ha salido negro y la luna no envía más su luz.


Paren y reconozcan que soy Dios, muy por encima de los pueblos y muy alto sobre la tierra.


A ti clamé, Señor, no sea confundido; confundidos sean los impíos, lánzalos a la mansión del silencio.


Cuida los pasos de sus fieles, pero los malos perecen en las tinieblas: la fuerza del hombre no da la victoria.


Pues bien, veo acercarse la caballería y a los jinetes, formados de dos en dos. Entonces me han hablado y me han dicho: 'Cayó, cayó Babilonia y todas las estatuas de sus dioses han rodado por el suelo hechas pedazos.


¡Ustedes se han quedado sin voz, gente de la costa, comerciantes de Sidón! Ustedes atravesaban el mar


Los ancianos de la Hija de Sión, en silencio, están sentados en tierra; se echaron ceniza en la cabeza, se vistieron de saco. Las jóvenes de Jerusalén inclinan hasta el suelo la cabeza.


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