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Isaías 30:30 - Biblia Católica (Latinoamericana)

30 Yavé hará oír su voz majestuosa y descargará su ardiente cólera, en medio de relámpagos que queman y de una tempestad de lluvia y granizo.

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Biblia Reina Valera 1960

30 Y Jehová hará oír su potente voz, y hará ver el descenso de su brazo, con furor de rostro y llama de fuego consumidor, con torbellino, tempestad y piedra de granizo.

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Biblia Nueva Traducción Viviente

30 Y el Señor hará oír su majestuosa voz y demostrará la fuerza de su brazo poderoso. Descenderá con llamas consumidoras, con aguaceros, con tormentas eléctricas y enormes granizos.

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La Biblia Textual 3a Edicion

30 Y YHVH hará oír la majestad de su voz, Y mostrará su brazo que descarga con indignación su ira, Con llamas de fuego devorador, Con turbión y tempestad y granizo.

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Biblia Serafín de Ausejo 1975

30 Yahveh hará oír la majestad de su voz, y él hará ver el desplome de su brazo con furia de ira y llama de fuego devorador, chubasco y aguacero y piedra de granizo.

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Biblia Reina Valera Gómez (2023)

30 Y Jehová hará oír su voz gloriosa, y hará ver el descargar de su brazo, con la indignación de su ira, y llama de fuego consumidor; con tormenta, tempestad y piedra de granizo.

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Isaías 30:30
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Yavé de los Ejércitos intervendrá, con truenos, terremotos y gran estruendo, y el huracán, la tempestad, y la llama de un fuego devorador.


Mientras huían ante Israel, Yavé lanzó de lo alto del cielo como grandes piedras cuando alcanzaban la bajada de Bet-Horón, hasta Azecá. Murieron golpeados. Los que murieron por las piedras de hielo fueron más numerosos que los que cayeron bajo la espada de los israelitas.


Entonces se abrió el Santuario de Dios en el Cielo y pudo verse el arca de la Alianza de Dios dentro del Santuario. Se produjeron relámpagos, fragor y truenos, un terremoto y una fuerte granizada.


He aquí que uno, robusto y macizo, mandado por el Señor, los tirará al suelo de un empujón, como si fuese una fuerte granizada, un viento huracanado o una inundación de lluvias torrenciales.


Entonces la llama ardiente castigará a los que no reconocen a Dios y no obedecen al Evangelio de Jesús, nuestro Señor.


Unas naciones lucharán contra otras y se levantará un reino contra otro reino, habrá hambre y terremotos en diversos lugares.


A su paso se desmoronan las montañas y los valles se hunden como cera ante el fuego o como el agua que se escurre por la pendiente.


La selva será cortada, y la ciudad humillada.


sus pies son como bronce pulido acrisolado en el horno, su voz resuena como estruendo de grandes olas.


Dio un golpe con todo su poder: deshizo a los soberbios y sus planes.


El ruido de las alas de los querubines se oía hasta en el patio exterior, pues era tan fuerte que parecía la voz del Dios Todopoderoso cuando habla.


Yavé lo ha jurado por su mano derecha y por su forzudo brazo: 'Ya no entregaré más tu trigo, y tus enemigos no se lo comerán; los extranjeros no tomarán más tu vino, que tanto te costó producir,


¡Despiértate, despiértate con toda tu fuerza, brazo de Yavé! Despiértate como pasó antes, en los tiempos antiguos. ¿No eres tú quien destrozó a Rahab y traspasó al dragón?


Entonen al Señor un canto nuevo, pues ha hecho maravillas, la salvación provino de su diestra, de su brazo de santidad.


Los pueblos bramaban, los reinos en marcha se ponían... El eleva su voz y el mundo se hunde.


Luego les habla con enojo y su furor los amedrenta:


¿Tiene tu brazo la fuerza de Dios y sabes tronar como él?


Mientras Samuel ofrecía el sacrificio, los filisteos se acercaron para atacar a Israel, pero ese día Yavé tronó con gran fuerza contra los filisteos. Salieron huyendo y fueron vencidos por Israel.


¡pavor y espanto cayó sobre ellos! Diste golpes, y quedan mudos como piedra hasta que pase tu pueblo, Yavé, hasta que pase el pueblo que compraste.


Así lo hizo Moisés. Extendió su bastón hacia el cielo, y Yavé mandó truenos y granizos, e hizo caer fuego sobre la tierra. Yavé hizo llover granizos sobre el país de Egipto.


¿Has llegado a los depósitos de nieve? ¿Has visto las reservas de granizo


¡Ay de Asur, que es el bastón de mi ira, el garrote que usa mi furor!


Ustedes cantarán, entonces, como en una noche de fiesta, en que todos los corazones están contentos, como el que parte, al son de la flauta, para subir el cerro de Yavé, cerca de la roca de Israel, mientras se tocan tambores y guitarras y se baila...


Pues, por orden de Yavé, Asur será maltratado a palos y castigado.


En Sión, los pecadores se han espantado y los impíos han sido presa del pánico: '¿Quién de nosotros podrá resistir ese fuego devorador, quién convivirá con llamas que nunca se apagan?'


Porque Yavé va a venir a juzgar, por medio del fuego y a probar a todo mortal. Entonces serán muchas las víctimas de Yavé:


Y añade Yavé: La catástrofe se extiende de nación en nación, y una tempestad inmensa estalla desde los confines de la tierra.


Esto dice Yavé: Mi cólera desencadena un viento tempestuoso, mi furor envía la lluvia torrencial, mi rabia lanza los granizos de la destrucción.


Es como el estruendo de carros, como el sonido de la llama de fuego que devora la paja seca. Son como un ejército poderoso en orden de batalla.


por eso yo prenderé fuego a los muros de Rabbá, incendiándose sus palacios; habrá entonces alaridos de combate y soplará el vendaval de la tormenta.


Caía el granizo y, junto a él, caía fuego; cayó tan fuerte como jamás se había visto desde que se fundó aquel país.


Yavé les provocó el desastre ante Israel y les infligió una gran derrota en Gabaón. Josué los persiguió por el camino que sube a Bet-Horón y los acosó hasta Azecá y Maquedá.


que guardo yo para los días de angustia, para el día de la guerra y del combate?


o una tienda, para dar sombra contra el calor del día, refugio y amparo contra el temporal.


Por eso, Yavé de los ejércitos enviará a sus hombres forzudos la debilidad y prenderá fuego a su lujo como se enciende la leña.


Yavé de los Ejércitos hará zumbar la huasca sobre él, igual como cuando se las dio a Madián, en el cerro Horeb, y levantará su bastón sobre el mar, como lo hizo en Egipto.


Así me ha dicho Yavé: 'Cuando un león o su cachorro ruge sobre su presa y la defiende, por más que se junten los pastores y den voces, no les tiene miedo a sus gritos y su número no lo asusta. Así sucederá cuando Yavé de los Ejércitos baje a pelear sobre el cerro de Sión.


Yavé, el Santo, se ha arremangado su brazo a la vista de las naciones, y han visto, hasta los extremos del mundo, la salvación de nuestro Dios.


Pues he aquí que Yavé se presenta en medio del fuego, montado en los carros de la tempestad. Da rienda suelta a su ardiente cólera, sus amenazas son carbones encendidos.


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