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Hechos 27:20 - Biblia Católica (Latinoamericana)

20 Como la tempestad seguía con la misma violencia, los días pasaban y no se veían ni el sol ni las estrellas: estábamos perdiendo ya toda esperanza.

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Biblia Reina Valera 1960

20 Y no apareciendo ni sol ni estrellas por muchos días, y acosados por una tempestad no pequeña, ya habíamos perdido toda esperanza de salvarnos.

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Biblia Nueva Traducción Viviente

20 La gran tempestad rugió durante muchos días, ocultó el sol y las estrellas, hasta que al final se perdió toda esperanza.

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La Biblia Textual 3a Edicion

20 Y al no aparecer el sol ni las estrellas por muchos días, acosados por una tempestad no pequeña, fuimos perdiendo toda esperanza de salvarnos.

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Biblia Serafín de Ausejo 1975

20 A medida que pasaban más y más días sin que aparecieran el sol ni las estrellas y sin que la tempestad amainara, se iba perdiendo toda esperanza de salvación.

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Biblia Reina Valera Gómez (2023)

20 Y no apareciendo ni sol ni estrellas por muchos días, siendo azotados por una tempestad no pequeña, ya habíamos perdido toda esperanza de salvarnos.

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Hechos 27:20
15 ការដាក់ឲ្យឆ្លើយតបគ្នា  

Después de esos días de angustia, el sol se oscurecerá, la luna perderá su brillo, caerán las estrellas del cielo y se bambolearán los mecanismos del universo.


Hermanos, deseo que estén bien enterados acerca de los que ya descansan. No deben afligirse como hacen los demás que no tienen esperanza.


En aquel tiempo no esperaban un Mesías, no tenían parte en el pueblo de Israel y no les correspondían las alianzas de Dios ni sus promesas; ustedes vivían en este mundo sin esperanza y sin Dios.


Yavé me dijo entonces: Hijo de hombre, estos huesos son toda la casa de Israel. Ahora dicen: 'Nuestros huesos se han secado, nuestras esperanzas han muerto, hemos sido rechazados.


El que la busca sabe dónde encontrarla. Pero tú dices: '¡No, déjame!, a mí me gustan los extranjeros y tras ellos quiero ir.


Te has cansado de tanto caminar, pero no dijiste: 'No sigo más', pues renovabas tus energías, y no te agotaste.


tres veces fui apaleado, una vez fui apedreado, tres veces naufragué, y una vez pasé un día y una noche perdido en alta mar.


Pero Yavé envió un fuerte viento sobre el mar, causando una tempestad tan grande que el barco amenazaba hundirse.


Les envió tinieblas y todo se oscureció, pero no tomaron en cuenta su palabra.


Al tercer día los marineros arrojaron al mar con sus propias manos también el aparejo del barco.


Como hacía días que no comíamos, Pablo se puso en medio y les dijo: 'Amigos, ustedes tenían que haberme escuchado y no salir de Creta, pues nos habríamos ahorrado este peligro y esta pérdida.


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