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Hechos 2:5 - Biblia Católica (Latinoamericana)

5 Estaban de paso en Jerusalén judíos piadosos, llegados de todas las naciones que hay bajo el cielo.

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Biblia Reina Valera 1960

5 Moraban entonces en Jerusalén judíos, varones piadosos, de todas las naciones bajo el cielo.

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Biblia Nueva Traducción Viviente

5 En esa ocasión, había judíos devotos de todas las naciones, que vivían en Jerusalén.

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La Biblia Textual 3a Edicion

5 Y había en Jerusalem hombres judíos piadosos, provenientes de toda nación debajo° del cielo.

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Biblia Serafín de Ausejo 1975

5 Paraban entonces en Jerusalén judíos devotos procedentes de todos los países que hay bajo el cielo.

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Biblia Reina Valera Gómez (2023)

5 Moraban entonces en Jerusalén judíos, varones piadosos, de todas las naciones debajo del cielo.

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Hechos 2:5
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Unos hombres piadosos enterraron a Esteban e hicieron un gran duelo por él.


Había entonces en Jerusalén un hombre muy piadoso y cumplidor a los ojos de Dios, llamado Simeón. Este hombre esperaba el día en que Dios atendiera a Israel, y el Espíritu Santo estaba con él.


Pero, por supuesto, perseveren en la fe; muéstrense firmes, cimentados en ella; no se desvíen de su esperanza, tengan siempre presente el Evangelio que han oído, que ha sido predicado a toda criatura en este mundo, y del que yo, Pablo, he llegado a ser encargado.


Allí vino a verme un tal Ananías, un hombre muy observante de la Ley y muy estimado por todos los judíos que vivían en Damasco.


Pero los judíos incitaron a mujeres distinguidas de entre las que temían a Dios y también a los hombres importantes de la ciudad y promovieron una persecución contra Pablo y Bernabé hasta que los echaron de su territorio.


Apenas desapareció el ángel que le hablaba, Cornelio llamó a dos criados y a un soldado piadoso que estaba a su servicio.


Era un hombre piadoso y, al igual que toda su familia, era de los 'que temen a Dios'. Daba muchas limosnas a los judíos pobres y oraba constantemente a Dios.


Felipe se levantó y se puso en camino. Y justamente pasó un etíope, un eunuco de Candaces, reina de Etiopía, un alto funcionario al que la reina encargaba la administración de su tesoro. Había ido a Jerusalén a rendir culto a Dios


Cuando llegó el día de Pentecostés, estaban todos reunidos en el mismo lugar.


También un cierto número de griegos, de los que adoran a Dios, habían subido a Jerusalén para la fiesta.


Uno de ellos, llamado Cleofás, le contestó: '¿Cómo? ¿Eres tú el único peregrino en Jerusalén que no está enterado de lo que ha pasado aquí estos días?'


En efecto, como el fulgor del relámpago rasga el cielo desde un extremo hasta el otro, así sucederá con el Hijo del Hombre cuando llegue su día.


Esta Buena Nueva del Reino será proclamada en el mundo entero, y todas las naciones oirán el mensaje; después vendrá el fin.


Una palabra de Yavé de los Ejércitos me llegó nuevamente:


Ahora vengo a reunir a los paganos de todos los pueblos y de todos los idiomas. Y cuando vengan, serán testigos de mi gloria.


y yo, por mi parte, comienzo a infundir terror y miedo de ti entre todos los pueblos que hay debajo del cielo. Al oír tu nombre temblarán y se desmayarán ante ti.


Luego la fiesta de la siega de los primeros frutos de tus trabajos, de todo aquello que hayas sembrado en el campo. Luego la fiesta de la recolección a fin de año, cuando recoges todos los frutos del campo.


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