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Hechos 2:40 - Biblia Católica (Latinoamericana)

40 Pedro siguió insistiendo con muchos otros discursos. Los exhortaba diciendo: 'Aléjense de esta generación perversa y sálvense.

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Biblia Reina Valera 1960

40 Y con otras muchas palabras testificaba y les exhortaba, diciendo: Sed salvos de esta perversa generación.

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Biblia Nueva Traducción Viviente

40 Entonces Pedro siguió predicando por largo rato, y les rogaba con insistencia a todos sus oyentes: «¡Sálvense de esta generación perversa!».

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La Biblia Textual 3a Edicion

40 Y con otras muchas palabras testificaba° solemnemente y los exhortaba, diciendo: ¡Sed salvos de esta perversa generación!

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Biblia Serafín de Ausejo 1975

40 Y con otras muchas palabras les insistía y exhortaba diciendo: 'Libraos de esta generación torcida'.

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Biblia Reina Valera Gómez (2023)

40 Y con otras muchas palabras testificaba y exhortaba, diciendo: Sed salvos de esta perversa generación.

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Hechos 2:40
34 ការដាក់ឲ្យឆ្លើយតបគ្នា  

así no tendrán falla ni defecto y serán hijos de Dios sin reproche en medio de una raza descarriada y pervertida. Ustedes son luz en medio de ellos, como las estrellas en el universo,


Se portaron mal con él, ¡hijos indignos! generación perversa y depravada.


Cuida de ti mismo y de cómo enseñas; persevera sin desanimarte, pues actuando así te salvarás a ti mismo y a los que te escuchan.


Les digo, pues, y con insistencia les advierto en el Señor que no imiten a los paganos, que se mueven por cosas inútiles.


Por eso, salgan de en medio de ellos y apártense, dice el Señor. No toquen nada impuro y yo los miraré con agrado.


Jesús respondió: '¡Qué generación tan incrédula y malvada! ¿Hasta cuándo estaré entre ustedes? ¿Hasta cuándo tendré que soportarlos? Tráiganmelo acá.


¡Generación mala y adúltera! Ustedes piden una señal, pero señal no tendrán, sino la señal de Jonás. Jesús, pues, los dejó y se marchó.


De nuevo declaro a todo el que se haga circuncidar: ahora estás obligado a practicar toda la Ley.


Fijaron con él un día y vinieron en gran número donde se hospedaba. Pablo les hizo una exposición; desde la mañana hasta la noche les habló del Reino de Dios, partiendo de la Ley de Moisés y los Profetas, y trataba de convencerlos acerca de Jesús.


¡Serpientes, raza de víboras!, ¿cómo lograrán escapar de la condenación del infierno?


He recurrido a Silvano, nuestro hermano, para escribirles estas breves líneas, pues lo considero digno de toda confianza. Quise animarlos y recalcar que esto es gracia de Dios: estén firmes.


A cada uno lo seguimos como un padre a su hijo;'


Nos presentamos, pues, como embajadores de Cristo, como si Dios mismo les exhortara por nuestra boca. En nombre de Cristo les rogamos: ¡déjense reconciliar con Dios!


Pero ya no me preocupo por mi vida, con tal de que pueda terminar mi carrera y llevar a cabo la misión que he recibido del Señor Jesús: anunciar la Buena Noticia de la gracia de Dios.


Por eso estén vigilando y orando en todo momento, para que se les conceda escapar de todo lo que debe suceder y estar de pie ante el Hijo del Hombre.


Yo les aseguro: si alguno se avergüenza de mí y de mis palabras en medio de esta generación adúltera y pecadora, también el Hijo del Hombre se avergonzará de él cuando venga con la Gloria de su Padre rodeado de sus santos ángeles.


exhortando con insistencia tanto a judíos como a griegos a la conversión a Dios y a la fe en Jesús, nuestro Señor.


Jesús hizo también otras muchas cosas. Si se escribieran una por una, creo que no habría lugar en el mundo para tantos libros.


Subió de nuevo, partió el pan y comió. Luego siguió conversando con ellos hasta el amanecer, y se fue.


Un joven, llamado Eutico, estaba sentado en el borde de la ventana, y como Pablo no terminaba de hablar, el sueño acabó por vencerle. Se durmió y se cayó desde el tercer piso al suelo. Lo recogieron muerto.


Después de recorrer aquellas regiones, en las que multiplicó sus predicaciones para confortar a los discípulos, llegó a Grecia.


Judas y Silas, que también eran profetas, dieron ánimo y confortaron a los hermanos con un largo discurso.


El nos ordenó predicar al pueblo y dar testimonio de que Dios lo ha constituido Juez de vivos y muertos.


Raza de víboras, si ustedes son tan malos, ¿cómo pueden decir algo bueno? La boca siempre habla de lo que está lleno el corazón.


¡Dejen a un lado su locura y vivirán, anden por los caminos de la verdad!


salgan de allí, pueblo mío! ¡Que cada uno de ustedes salve su vida ante el fuego de la cólera de Yavé!


a mis cinco hermanos: que vaya a darles su testimonio para que no vengan también ellos a parar a este lugar de tormento.


Así lo hizo José, un levita nacido en Chipre, a quien los apóstoles llamaban Bernabé (que quiere decir: 'El Animador').


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