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Hechos 16:19 - Biblia Católica (Latinoamericana)

19 Al ver sus amos que con ello se esfumaban también sus ganancias, tomaron a Pablo y a Silas y los arrastraron a la plaza ante el tribunal.

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Biblia Reina Valera 1960

19 Pero viendo sus amos que había salido la esperanza de su ganancia, prendieron a Pablo y a Silas, y los trajeron al foro, ante las autoridades;

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Biblia Nueva Traducción Viviente

19 Las esperanzas de sus amos de hacerse ricos ahora quedaron destruidas, así que agarraron a Pablo y a Silas y los arrastraron hasta la plaza del mercado ante las autoridades.

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La Biblia Textual 3a Edicion

19 Pero sus amos, al ver que había salido° la esperanza de su ganancia, prendieron a Pablo y a Silas, y los arrastraron hasta la plaza pública ante las autoridades,

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Biblia Serafín de Ausejo 1975

19 Al ver sus amos desvanecida la esperanza de sus ganancias, prendieron a Pablo y a Silas, los arrastraron al foro ante los magistrados

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Biblia Reina Valera Gómez (2023)

19 Y viendo sus amos que había salido la esperanza de su ganancia, prendieron a Pablo y a Silas, y los trajeron al foro, ante las autoridades;

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Hechos 16:19
24 ការដាក់ឲ្យឆ្លើយតបគ្នា  

La ciudad entera se alborotó. Concurrió la gente de todas partes, y tomando a Pablo, lo arrastraron hacia la salida del Templo, cerrando inmediatamente las puertas.


Pero al no encontrarlos allí, arrastraron a Jasón y a otros creyentes ante los magistrados de la ciudad, gritando: 'Esos hombres que han revolucionado todo el mundo han llegado también hasta aquí'


los azotes, las detenciones, las oposiciones violentas, las fatigas, las noches sin dormir y los días sin comer.


Mientras íbamos un día al lugar de oración, salió a nuestro encuentro una muchacha esclava que estaba poseída por un espíritu adivino. Adivinando la suerte producía mucha plata a sus amos.


Saulo, por su parte, trataba de destruir a la Iglesia. Entraba casa por casa, hacía salir a hombres y mujeres y los metía en la cárcel.


que han consagrado su vida al servicio de nuestro Señor Jesucristo.


Se quedaron allí algún tiempo enseñando. Luego llegaron unos judíos de Antioquía e Iconio y hablaron con mucha seguridad, afirmando que no había nada de verdadero en aquella predicación, sino que todo era una mentira. Persuadieron a la gente a que les dieran la espalda y al final apedrearon a Pablo. Después lo arrastraron fuera de la ciudad, convencidos de que ya estaba muerto.


Un grupo compuesto de paganos y judíos con sus jefes al frente, se preparó para ultrajar y apedrear a los apóstoles.


Yo le mostraré todo lo que tendrá que sufrir por mi Nombre.


Pero ustedes preocúpense de sí mismos, porque van a ser apresados y entregados a los tribunales judíos, serán azotados en las sinagogas y tendrán que presentarse ante los gobernadores y reyes por mi causa, para ser mis testigos ante ellos.


Entonces los denunciarán a ustedes y serán torturados y asesinados. Todas las naciones los odiarán por mi causa.


Ustedes, en cambio, los desprecian. Sin embargo, son los ricos quienes los aplastan a ustedes y los arrastran ante los tribunales.


Entonces los apóstoles y los presbíteros, de acuerdo con toda la Iglesia, decidieron elegir algunos hombres de entre ellos para enviarlos a Antioquía con Pablo y Bernabé. Fueron elegidos Judas, llamado Barsabás, y Silas, ambos dirigentes entre los hermanos.


Debes saber que la raíz de todos los males es el amor al dinero. Algunos, arrastrados por él, se extraviaron lejos de la fe y se han torturado a sí mismos con un sinnúmero de tormentos.


Corrieron donde el rey y le recordaron la prohibición real: '¿No firmaste un decreto según el cual cualquier hombre que en estos treinta días dirija una oración a otro dios o a otra persona fuera de ti, sería arrojado al foso de los leones?' El rey respondió: 'Así se ha establecido firmemente, según la ley de los medos y de los persas: nadie puede ir en contra'.


Pablo, por su parte, eligió a Silas. Los hermanos lo encomendaron a la gracia de Dios y partió.


Y los presentaron a los magistrados diciendo: 'Estos hombres son judíos y están alborotando nuestra ciudad;'


Hacia media noche Pablo y Silas estaban cantando himnos a Dios, y los demás presos los escuchaban.


El hombre pidió una luz, entró de un salto y, después de encerrar bien a los demás presos, se arrojó temblando a los pies de Pablo y Silas.


en el mismo tipo de lucha que soporto yo, como lo han podido ver y ahora lo escuchan de mí.


Acabábamos de ser muy maltratados e insultados en Filipos, pero, confiados en nuestro Dios, nos atrevimos a anunciarles el mensaje de Dios enfrentando nuevas luchas.


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