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Ezequiel 34:3 - Biblia Católica (Latinoamericana)

3 Se alimentan de leche, se visten con lana, sacrifican los animales gordos, pero no se preocupan de sus ovejas.

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Biblia Reina Valera 1960

3 Coméis la grosura, y os vestís de la lana; la engordada degolláis, mas no apacentáis a las ovejas.

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Biblia Nueva Traducción Viviente

3 Ustedes beben la leche, se visten con la lana y matan a los mejores animales, pero dejan que sus rebaños pasen hambre.

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La Biblia Textual 3a Edicion

3 Coméis la grosura y os vestís de la lana, degolláis lo cebado, pero no apacentáis el rebaño.

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Biblia Serafín de Ausejo 1975

3 Vosotros os coméis la grasa, os vestís con la lana, matáis las más cebadas, pero a las ovejas no las apacentáis.

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Biblia Reina Valera Gómez (2023)

3 Coméis la grosura, y os vestís de la lana; la engordada degolláis, pero no apacentáis las ovejas.

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Ezequiel 34:3
18 ការដាក់ឲ្យឆ្លើយតបគ្នា  

pues yo voy a dar a este país un pastor que no se preocupará de las ovejas que desaparecen, ni buscará a la oveja perdida, ni cuidará a la herida, ni sostendrá a la que apenas puede caminar. Al contrario, se comerá la carne de las más gordas y les arrancará las pezuñas.


Sus compradores las matan sin ser castigados, y los que las venden dicen: '¡Gracias a Yavé, ahora soy rico!' Y sus pastores no se preocupan de ellas.


Como joven león, salía con los leones, aprendió a desgarrar la presa y a devorar hombres.


Educó a uno de sus cachorros que se convirtió en un joven león, aprendió a desgarrar la presa y a devorar a los hombres.


Fue por los pecados de sus profetas, por las culpas de sus sacerdotes, que en medio de ellos derramaron sangre de justos.


Pero nada ves o conoces sino tu propio interés; y esto, derramando sangre, y manteniendo la opresión y la violencia.


Inútilmente he corregido a sus hijos, ya que nadie me ha hecho caso. La espada, más feroz que un león, ha devorado a sus profetas, pero no entendieron.


Cuando rezan con las manos extendidas, aparto mis ojos para no verlos; aunque multipliquen sus plegarias, no las escucharé, porque veo la sangre en sus manos.


Escuchen, jefes de Sodoma que esto es palabra de Yavé; presten atención, pueblo de Gomorra, a las advertencias de nuestro Dios:'


Además del pecado que Manasés hizo cometer a Judá, haciendo lo que es malo a los ojos de Yavé, derramó hasta tal punto la sangre inocente que Jerusalén quedó repleta de un extremo al otro.


Sus reyes en medio de ella son como leones que rugen; sus gobernantes son como lobos nocturnos que no guardan ni un hueso para el día siguiente.


Tendidos en camas de marfil o arrellanados sobre sus sofás, comen corderitos del rebaño y terneros sacados del establo,


personas con dientes como espadas y colmillos como cuchillos, que devoran a los humildes del país y a los pobres del pueblo!


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