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Ezequiel 31:8 - Biblia Católica (Latinoamericana)

8 Ningún cedro le igualaba en el jardín de Dios: ni los cipreses tenían tales ramas, ni los plátanos, tal follaje ( ).

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Biblia Reina Valera 1960

8 Los cedros no lo cubrieron en el huerto de Dios; las hayas no fueron semejantes a sus ramas, ni los castaños fueron semejantes a su ramaje; ningún árbol en el huerto de Dios fue semejante a él en su hermosura.

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Biblia Nueva Traducción Viviente

8 Ningún otro cedro del jardín de Dios podía hacerle competencia. Ningún ciprés tenía ramas como las suyas; ningún plátano oriental tenía ramas comparables. Ningún árbol del jardín de Dios tenía una belleza parecida.

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La Biblia Textual 3a Edicion

8 Los cedros del huerto de Dios no lo sobrepasaban, Ni competían con su ramaje los cipreses, Ni los castaños igualaban su copa, Y ningún árbol en el huerto de Dios era semejante a él en hermosura.

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Biblia Serafín de Ausejo 1975

8 No lo igualaban los cedros. en el vergel de Dios; los cipreses no podían compararse con sus ramas; los plátanos no podían competir con su ramaje; en el vergel de Dios, ningún árbol le igualaba en hermosura.

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Biblia Reina Valera Gómez (2023)

8 Los cedros no lo cubrieron en el huerto de Dios; los cipreses no fueron semejantes a sus ramas, ni los castaños fueron semejantes a su ramaje; ningún árbol en el huerto de Dios fue semejante a él en su hermosura.

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Ezequiel 31:8
15 ការដាក់ឲ្យឆ្លើយតបគ្នា  

Vivías en el Edén, en el jardín de Dios, sobre ti sólo había piedras preciosas: cornalina, topacio y diamante, crisólito, ónix y jaspe, zafiro, malaquita, esmeralda, con aros, pendientes labrados en oro, desde el día en que fuiste creado.


Pues bien, Yavé se ha compadecido de Sión y ahora quiere dar vida a sus ruinas, transformar su soledad en un Paraíso y su sequedad en un jardín de Yavé. Entonces se lo agradecerán, tocando música y lanzando vivas de entusiasmo y de alegría.


De su sombra se cubrieron las montañas y de sus pámpanos, los cedros divinos.


Lot miró y vio toda la llanura del Jordán, que era toda ella de regadío. Pues antes de que Yavé destruyera Sodoma y Gomorra, era como un jardín de Yavé, como el país de Egipto viniendo de Soar.


¿Con quién podría compararte? Te precipité en lo más profundo de la tierra, igual que a los árboles del Edén: allí estás acostado junto con los incircuncisos, con las víctimas de la espada. Allí están Faraón y su pueblo, dice Yavé.


Las naciones se conmovieron de espanto ante el estruendo de su caída, cuando lo hice descender a la morada de los muertos con los que bajan a la tumba. Pero en el país subterráneo, se consolaron todos los árboles del Edén, los más bellos del Líbano y los mejor regados.


He visto al impío, vuelto tirano, elevarse como un cedro del Líbano.


El que tenga oídos, escuche este mensaje del Espíritu a las Iglesias: 'Al vencedor le daré de comer del árbol de la vida, que está en el Paraíso de Dios.


Sus piernas, columnas de mármol, asentadas en basas de oro puro. Su aspecto es como el Líbano, majestuoso como los cedros.


Tú eras un cedro del Líbano de magníficas ramas y de abundante follaje, de altura tan grande que alcanzabas las nubes.


Su altura, sus largas ramas constituían su belleza, sus raíces estaban orientadas hacia abundantes aguas.)


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