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Ezequiel 24:25 - Biblia Católica (Latinoamericana)

25 Acuérdate de esta advertencia, hijo de hombre: el día en que se les quite su 'refugio', esa joya que es la alegría de sus ojos, así como también a sus hijos y a sus hijas en los que piensan continuamente,

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Biblia Reina Valera 1960

25 Y tú, hijo de hombre, el día que yo arrebate a ellos su fortaleza, el gozo de su gloria, el deleite de sus ojos y el anhelo de sus almas, y también sus hijos y sus hijas,

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Biblia Nueva Traducción Viviente

25 Luego el Señor me dijo: «Hijo de hombre, el día que les quite su fortaleza —su alegría y su gloria, el deseo de su corazón, su tesoro más querido— también les quitaré a sus hijos e hijas.

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La Biblia Textual 3a Edicion

25 Y tú, hijo de hombre, no estarás en el día que les arrebate su fortaleza, el gozo de su gloria, el deleite de sus ojos y el anhelo de sus almas, y también a sus hijos e hijas.

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Biblia Serafín de Ausejo 1975

25 'En cuanto a ti, hijo de hombre, el día en que yo les quite su baluarte, la alegría de su gloria, el encanto de sus ojos, el anhelo de sus almas, a sus hijos y a sus hijas,

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Biblia Reina Valera Gómez (2023)

25 Y tú, hijo de hombre, ¿no será que el día que yo quite de ellos su fortaleza, el gozo de su gloria, el deleite de sus ojos, y el anhelo de sus almas, sus hijos y sus hijas,

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Ezequiel 24:25
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Dirás de mi parte a la casa de Israel: Me preparo para profanar mi santuario, del cual están ustedes tan orgullosos y que es la alegría de sus ojos; también serán muertos sus hijos y sus hijas a los que dejaron y en los cuales piensan continuamente.


Yavé dice: 'Por eso, les pediré cuentas. Sus jóvenes serán muertos a espada; sus hijos y sus hijas perecerán de hambre.


Desde Sión, la muy hermosa, Dios refulge:


de hermosa altivez, alegría de toda la tierra. ¡Monte Sión, morada divina, ciudad del Gran Rey!


En Ribla mandó degollar a los hijos de Sedecías ante sus propios ojos, y lo mismo hizo con todos los jefes de Judá.


No confíen en palabras mentirosas como éstas: ¡Miren el Templo de Yavé!, ¡aquí está el Templo de Yavé!, ¡éste es el Templo de Yavé!


Tus hijos y tus hijas serán entregados a pueblos extranjeros y enfermerás con tanto mirar hacia ellos, pero no podrás hacer nada.


Como un enemigo, ha preparado su arco, ha afirmado su derecha, como un adversario ha matado todo lo que encanta los ojos; en la casa de la Hija de Sión ha vertido su furor como fuego.


Ahora bien, la mano de Yavé había estado sobre mí desde la tarde antes que llegara el fugitivo, y a la mañana siguiente, cuando llegó a mi casa el hombre, Yavé me abrió la boca: ¡ya no estaba mudo!


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