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Ezequiel 22:30 - Biblia Católica (Latinoamericana)

30 He buscado entre ellos a un hombre que construyera una muralla y se enfrentara conmigo sobre la almena para impedirme que destruya al país, pero no lo he hallado.

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Biblia Reina Valera 1960

30 Y busqué entre ellos hombre que hiciese vallado y que se pusiese en la brecha delante de mí, a favor de la tierra, para que yo no la destruyese; y no lo hallé.

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Biblia Nueva Traducción Viviente

30 »”Busqué a alguien que pudiera reconstruir la muralla de justicia que resguarda al país. Busqué a alguien que se pusiera en la brecha de la muralla para que yo no tuviera que destruirlos, pero no encontré a nadie.

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La Biblia Textual 3a Edicion

30 Busqué entre ellos un hombre que levantara un vallado y que se pusiera en la brecha delante de mí, a favor de la tierra, para que Yo no la destruyera, pero no lo hallé.

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Biblia Serafín de Ausejo 1975

30 'He buscado entre ellos a alguien que levante un muro y resista firme en la brecha delante de mí en favor del país para que yo no lo destruya, pero no lo he encontrado.

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Biblia Reina Valera Gómez (2023)

30 Y busqué entre ellos hombre que hiciese vallado y que se pusiese en la brecha delante de mí por la tierra, para que yo no la destruyese; y no lo hallé.

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Ezequiel 22:30
13 ការដាក់ឲ្យឆ្លើយតបគ្នា  

Vio que no había nadie y se sorprendió de que nadie interviniera. Entonces intervino personalmente y con la fuerza de su justicia,


Recorran las calles de Jerusalén, miren bien e infórmense. Busquen por las plazas, a ver si encuentran a un hombre, uno siquiera, que practique la justicia y busque la verdad, y perdonaré a esta ciudad. '¿Tus ojos, Yavé, no buscan acaso la verdad?'


Entonces habló de exterminarlos, a no ser porque su elegido Moisés se puso en la brecha frente a El para impedir que su ira los destruyera.


No han hecho frente ni han construido fortificaciones alrededor de Israel, para que resista el ataque en el día de Yavé.


Miré a mi alrededor y me asombré: no había quién me ayudara. Así, es que no conté más que con mi brazo y mi enojo me dio fuerzas.


Y me dijo Yavé: Aunque Moisés y Samuel vinieran en persona a rogar por este pueblo, mi corazón no se compadecería de él. ¡Echalos de mi presencia, que se vayan lejos!


Y, sin embargo, Yavé, tú eres nuestro Padre, somos la greda que tus manos plasmaron, todos nosotros fuimos hechos por tus manos.


Ven y oyen, pero hablan otro lenguaje y nadie llora su maldad, diciendo: '¿Qué es lo que he hecho?' Todos prosiguen su loca carrera como un caballo que se lanza a la carga.


Es que Yavé había visto la misérrima situación de Israel: ya no había nadie, ni esclavo ni hombre libre, capaz de ayudar a Israel.


A un hombre como tú afecta tu maldad, tu justicia es a la medida de los hombres.


¿Quién por mí se alzará contra los malos, quién por mí enfrentará a los malhechores?


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